¿Es viable esta solución sin generar un peligro para el ecosistema? ¿Cómo es posible que el sol pueda ser un aliado en esta causa?
La escasez mundial de agua potable alcanza cifras preocupantes a nivel global, y se espera que para el año 2030 el déficit en el mundo aumente a un 40%, si su consumo continúa el ritmo que ha llevado hasta hoy.
Por otra parte, se estima que la industria utiliza cerca de la quinta parte del agua que se consume en el mundo, y que la mayor parte es para la producción de energía.
Frente a este preocupante escenario, Chile posee una llave que podría derivar en un círculo virtuoso tanto para el suministro de agua dulce como para la generación de energía, mediante la desalación de este vital elemento.
La desalación de agua de mar es una práctica cada vez más utilizada en zonas áridas, y sin ir más lejos, Chile fue pionero en el mundo en instalar una solución de este tipo, cuando en el año 1872, en el contexto de las oficinas salitreras, se inauguró en Antofagasta la primera planta dedicada a la extracción y desalinización de agua.
Hoy el escenario de la industria minera en Chile es muy distinto, así como también el uso del agua, las plantas desaladoras y las energías renovables. Tanto así que hoy es posible obtener más metraje cúbico con menos impacto ambiental, en menor cantidad de tiempo y por supuesto a un menor costo ¿De qué forma? Mediante el uso de energía solar.
Jorge Leal, Country Manager de PV Power Chile, afirma que “con esta fuente de energía una planta desalinizadora puede bajar de forma extremadamente considerable el costo de sus operaciones y seguir desarrollando una práctica tan relevante para industrias como la minera y la alimentaria”.
En línea con lo anterior, el mercado de la energía solar en Chile ha registrado crecimientos históricos en el último tiempo, y no solamente en base a grandes proyectos. La oportunidad también viene de la mano de pequeños parques solares capaces de generar una potencia de 9MW, e inyectar a la matriz energía limpia y amigable con el medio ambiente.
Nuestro país es una larga y angosta faja de tierra, arrinconada en un pasillo al lado del Océano Pacífico y de espaldas a la Cordillera de Los Andes, pero son la luz del sol y el inmenso océano los que ponen a Chile en la palestra y a la vanguardia de la innovación, la integración de tecnologías y las energías renovables.