Este martes 1 de enero de 2019, comienza una nueva etapa en la vida de Brasil, una marcada por el significado y significante del nuevo Presidente, el ex capitán de Ejército, Jair Bolsonaro, que con un discurso duro, conservador y anticorrupción gano la elección presidencial en 2018. Los gestos previos que he venido haciendo, antes de su entronización en el cargo, han dado luces y encendido alarmas en todo el mundo que lo observa. El siguiente es el análisis -en crónica- que realiza la estatal alemana DW, el cual reproducimos íntegramente porque refleja la mirada desde un país que gravitante en la democracia mundial y por cierto en la Latinoamérica
Política sin ideologías y camarillas en el partido: esta fue la promesa de campaña de Jair Messias Bolsonaro. Y el presidente entrante de Brasil, efectivamente, ha reunido una administración de diversas afiliaciones. Hay siete políticos de carrera en el gabinete de Bolsonaro, siete militares y ocho «tecnócratas».
La división más obvia es la existente entre los Chicago Boys -apodados así por su afinidad con los economistas liberales formados en la Universidad de Chicago- y el ala militar, incluido el propio Bolsonaro y su vicepresidente, el general Hamilton Mourao. Dirigidos por el gurú de las finanzas, banquero y ministro de Economía entrante, Paulo Guedes, los economistas clásicamente liberales tienen la intención de recortar el gasto estatal tanto como puedan.
Recortes jubilatorios y privatizaciones
Guedes tiene la intención de recortar los subsidios para los empresarios, así como las jubilaciones en el sector público. Las empresas de propiedad estatal serán privatizadas. Esto lo pone en un curso de colisión con el Ejército, que no quiere ver industrias estratégicas, como la producción de petróleo y el suministro de electricidad, en manos extranjeras.
«Hay grandes diferencias en la política económica», dijo el politólogo Oliver Stuenkel a DW. «Sin embargo, el Ejército también sabe que los ‘muchachos de Chicago’ fueron increíblemente importantes para ganar las elecciones. Esta es la razón por la que los bancos y los inversores apoyaron la candidatura de Bolsonaro».
Sergio Praça, del grupo de expertos Fundacao Getulio Vargas (FGV), también considera que los recortes de las jubilaciones tienen un gran potencial para que surjan conflictos. «Me parece poco probable que los militares abandonen la reforma de las pensiones», señaló Praca en entrevista con DW. «Paulo Guedes probablemente tendrá que hacer concesiones». Los observadores dicen que algunos de los que se retiran del Ejército reciben hasta 16 veces más en una pensión de lo que pagan. Aquí es donde Guedes planea comenzar sus recortes.
Teorías conspirativas del mundo marxista-comunista
Otras facciones incluyen a los partidarios de la política económica de Guede de vender activos estatales y formar una alianza antiglobalista. Ernesto Araujo, quien se convierte en ministro de Relaciones Exteriores este 1 de enero, ha pedido una «alianza cristiana» con Estados Unidos y Rusia contra la «conspiración mundial marxista-comunista», que cree que incluye a China y a organizaciones internacionales como las Naciones Unidas. El mismo Bolsonaro también pertenece a ese bando, cuyos miembros consideran a su gurú al teórico de la conspiración Olavo de Carvalho, algo así como la versión brasileña de Steve Bannon, el exasesor de extrema derecha del presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Romper con China, señala Oliver Stuenkel, podría resultar particularmente problemático porque Brasil ha confiado en el comercio con ese país para impulsar su crecimiento. Cerca de una cuarta parte de las exportaciones de Brasil van a parar a China; El gigante minero Vale envía un tercio de sus exportaciones al país. Los economistas también advirtieron que el plan de Bolsonaro de trasladar la embajada de Brasil en Israel a Jerusalén desde Tel Aviv causó fricciones con sus homólogos en los países árabes, que creen que Jerusalén debería ser devuelta a los palestinos.
Y luego está la cuestión de cómo los antiglobalistas ven los planes de privatización de Guede. Hay poco apoyo público en cuanto a la venta de empresas estatales al mercado financiero internacional. «El Ejército sabe que la población en general no está a favor de la globalización», dijo Stuenkel. «Bolsonaro también es un antiglobalista de corazón. Él cree que es importante que el Estado controle sectores cruciales, como a la productora estatal de petróleo Petrobras. Por eso, creo que los militares prevalecerán. Creo que formarán un centro de poder decisivo dentro de la administración».
Bolsonaro también ha obligado a Brasil a dar un giro de 180 grados en la política climática. Se ha negado a albergar la conferencia climática 2019 COP25 en Brasil. Sin embargo, no todo está perdido.
«Todavía no está claro si Brasil copiará la desastrosa decisión de la administración Trump y se retirará del acuerdo climático de París. Espero que no, porque no quiero pensar en la reacción internacional a tal decisión», dijo el periodista experto en medio ambiente Andre Trigueiro a DW. «Pero me gustaría que se recordara que hay una diferencia en los Estados Unidos entre lo que Trump ha anunciado y lo que realmente podrá llevar adelante».
Alianza con Trump: ¿qué traerá para Brasil?
Aún está por verse qué puede esperar Brasil de una alianza con Estados Unidos. La doctrina «America First» de Trump mantendrá a muchos productos brasileños fuera de los Estados Unidos. Los países también compiten por ciertos productos básicos, y la guerra comercial entre los Estados Unidos y China podría golpear fuertemente a Brasil. Si China comprase más productos estadounidenses en un futuro cercano, Brasil sería el perdedor. «El grupo pro Trump quiere estar cerca de los EE. UU., pero no tiene una idea clara de qué es exactamente lo que quieren de esta fuerte cooperación», opina Stuenkel.
«Lo principal es proyectar a nivel interno que este gobierno es muy similar al gobierno de Trump. Muchos votantes de Bolsonaro están convencidos de que Trump está haciendo un buen trabajo en los Estados Unidos».
Cambios decisivos en política sociocultural
Es probable que lo más fácil para Bolsonaro sea avanzar en su agenda religiosa de derecha. El predicador evangélico multimillonario Edir Macedo y el pastor pentecostal millonario Silas Malafaia han promovido la idea de que las comunidades LGBTQ +, a menudo marginadas, tienen demasiada influencia en Brasil. El apoyo de grupos religiosos de derecha ayudó a inclinar la balanza a favor de Bolsonaro.
«Veremos cambios importantes en el área de las guerras culturales y del pensamiento conservador clásico en la esfera social, principalmente porque no hay un grupo dentro del gobierno que imponga una estrategia más moderada», dijo Stuenkel. «Ni a los economistas ni a los militares les importa lo que hace el gobierno en términos de grupos minoritarios», agregó. Bolsonaro atrajo a los votantes con sus promesas de abolir los programas que habían ampliado el acceso a las universidades para los estudiantes de grupos históricamente subrepresentados, reducir el apoyo para los brasileños económicamente excluidos y expandir el control del gobierno sobre maestros y profesores.
El nuevo presidente también dijo que trabajaría en «fortalecer los valores familiares». Stuenkel dijo al respecto que es probable que el presidente apueste a ese discurso para distraer de cualquier falla temprana de su administración, «especialmente si el crecimiento económico no se acelera y hay uno o dos escándalos de corrupción: Bolsonaro sabe que es importante apelar a los valores conservadores. «La promesa electoral fundamental de Bolsonaro era mantener a los partidos políticos fuera del gobierno. Los había culpado por los años de inestabilidad política y escándalos de corrupción en Brasil. «Eso no solo fallará, sino que dudo que incluso que se intente», subrayó Praça, de la FGV.
«Por supuesto, hay un deseo de gobernar de manera diferente que antes. También es una forma de dejar claro a los líderes de los partidos que el nuevo gobierno no estarán de acuerdo con la forma en que se hacían las cosas». Sin embargo, todo probablemente continúe como antes: «No se puede gobernar sin hacer concesiones entre las partes», añadió Praça. «Tal vez se puede mantener ese estilo durante uno o dos meses, pero no funciona como una estrategia del gobierno. El proceso de aprendizaje será rápido».