Así como la acústica tiene relación al oído y la óptica a la vista, háptica lo hace con el tacto. Es a esta ciencia que la obra de danza Háptico rinde tributo para celebrar lo pequeño e íntimo que nos causa placer, y que muchas veces pasa desapercibido.
Esta obra sobre el tacto y el contacto, emplea en la coreografía a cinco intérpretes con los ojos cerrados, tratando todo el tiempo de resolver cómo conectarse y cómo funcionar entre ellos, porque no pueden comunicarse a través de la vista ni la palabra.
Para su directora y creadora, Ana Carvajal, «la idea que el tacto congregue el resto de los sentidos, es ‘háptico’. Esto porque el tacto, al ser tan físico, también genera sonidos, levanta partículas que producen olor, que finalmente remite al sabor. En tanto la vista, será un privilegio para el público y su ausencia es un modo muy claro y poético de marcar su presencia».
Otra novedad de la obra, es que fusiona la danza con Feldenkrais, un método de autoconciencia corporal a través del movimiento que genera un tempo lento y suave. El método, que se emplea en más de 25 países, utiliza la atención dirigida para buscar patrones de movimiento eficientes y sanos, así como mejorar la postura y refinar habilidades motrices.
Esta metodología lleva a los intérpretes a un estado novedoso de identidad corporal y a un estado emocional de reconocimiento reflexivo, que traspasa sus decisiones de movimiento y conecta las improvisaciones con la coreografía.
El método agudiza la capacidad que tenemos para saber dónde está nuestro cuerpo sin necesidad de mirarlo, para lo cual se sirve de todos los sentidos. De esta manera el montaje transita en lo sutil y lo pequeño de los gestos, en la comprensión de un cuerpo que siente y se reconoce en todo contacto.
El elenco está formado por tres bailarines, un actor y una persona aficionada a las artes escénicas: «Me interesa trabajar con intérpretes no educados en danza, porque considero que la danza es una manifestación democrática del cuerpo, que debiera estar más presente en la vida común de cualquier persona y que muchas veces la imagen del bailarín superdotado produce una distancia con el espectador», reconoce Carvajal.
Esta obra requiere concentración y la atención en sutilezas, porque sin vista, los protagonistas interactúan sobre un espacio que remite a patrones de costuras, que los guía y que alude al mapa de movimientos que trazan los cuerpos.
La obra es la conclusión del proyecto Trilogía del Pequeño Placer, que integra además las piezas de danza Solaz y Pogo, proyecto financiado por el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y las Artes 2017.
Dirección y creación: Ana Carvajal Creación e interpretación: Teresa Díaz, Manuel González, Kamille Gutiérrez, Javier Muñoz, Elizabeth Tejo Dirección de Arte: Paz Carvajal Diseño Sonoro: Daniel Marabolí Diseño de Vestuario e Iluminación: Tatiana Pimentel Asistente Método Feldenkrais: Daniela Álvarez Producción: Felipe Reyes.
Temporada 7 al 11 Nov. Mi a Do – 20 h Sala B1 Entrada: $5.000 Gral. $3.000 3ed., Est. y jueves de danza. Mayores de 18