Desde la mítica Guerra Fría que no se veia en la vieja Europa un ejercicio militar tan grande para mandar una señal a la Rusia de Putin otrora Unión Soviética. Con este objetivo -disuasivo- la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN o NATO) inició este jueves (25.10.2018) sus mayores ejercicios militares llamado «Trident Juncture».
«Trident Juncture 2018: Está sucediendo en el aire, en tierra, en el mar y en el ciberespacio. Los aliados de la OTAN están poniendo a prueba su capacidad para defender a nuestras poblaciones y territorios, disuadir a posibles adversarios y trabajar juntos con socios en el mayor ejercicio de la OTAN en los últimos años», señala la información oficial con los que NATO (por sus siglas en inglés) promueve este ejercicio.
Durante las siguientes dos semanas Noruega será el escenario de maniobras militares y juegos de guerra en os que participarán 50.000 soldados, 10.000 vehículos y más de 300 aviones de combate, helicópteros y barcos, según informó oficialmente la OTAN y el principal contingente militar de estos ejercicios los ha enregado Estados unidos y Alemania.
El objetivo de los ejercicios es enviar una clara señal de fuerza a Rusia y entrenarse para el caso de que uno o varios de los 29 países que forman la Alianza sufrieran un ataque, en cuyo caso todos los aliados tendrían que acudir en su defensa.
«En los últimos años ha empeorado claramente el entorno de seguridad en Europa», señaló el miércoles el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en Bruselas. «Es importante mostrar que estamos en condiciones de defender a todo aliado contra cualquier tipo de peligro», añadió.
Stoltenberg subrayó sin embargo que las maniobras no van dirigidas contra Rusia. Este país y Bielorrusia aceptaron la invitación de la Alianza para participar con observadores en «Trident Juncture», agregó.
Pero aunque los responsables lo nieguen, la situación de crisis en que un país es atacado no había vuelto a ser objeto de entrenamiento prácticamente nunca tras la Guerra Fría hasta 2014, cuando Rusia se anexionó la península de Crimea y comenzó a apoyar masivamente a los separatistas en Ucrania.
Desde entonces sobre todo los países del este de Europa reclaman mayor protección de la Alianza y argumentan que tras su intervención en Ucrania no se puede descartar que Rusia interfiera en un país miembro de la OTAN para desestabilizarlo o incluso provocar una guerra.
Rusia ve la situación exactamente a la inversa: las maniobras desestabilizan la región, afirmó hace poco la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Sajarova. Sin dar detalles anunció que Moscú tomará «las medidas necesarias» para garantizar su seguridad.