Jordi Castell fue parte de la juventud en la década de los 90 que comenzó a explorar libertades que estaban vetadas. El ex rostro de Pirmer Plano fue parte de aquel movimiento cultural, participando activamente de las fiestas Spandex, un ícono de esa transformación social que se vivió en nuestro país en la última década del siglo pasado.
“En esa época las drogas creo que eran casi las mismas, probablemente hay un par de variantes más ahora. Pero son para consumirlas con criterio, eso está claro. Las pastillas, los M, los micropuntos, la cochichi, los ácidos, la ketamina, son 20 mil cuestiones que andan dando vueltas a lo largo de la vida”, señaló Jordi a revista Cáñamo.
Sin embargo, a Jordi el consumo de drogas es lo que menos le preocupa. Su llamado de alerta está puesto en la forma en que los chilenos y, en especial los más jóvenes, abordan el autocuidado con temas tan complejos como el SIDA.
“Siento que las drogas no tienen ninguna relevancia en el minuto de salir de fiesta, porque su efecto es pasajero. En cambio una enfermedad venérea te puede durar toda la vida y puedes contagiar a muchas más personas. Eso me parece más decadente y mucho más peligroso que meterse una droga, la que sea. Creo que ahora hay un nivel de promiscuidad y de irresponsabilidad no solo con las enfermedades venéreas sino con el autocuidado. En mi época estaba el SIDA y muchos de mis amigos murieron como moscas y más que pánico, lo que había era un criterio, una responsabilidad: tener sexo con condón si ibas a tener una vida de soltero. O tener una pareja estable y serle fiel. Pero los tiempos cambiaron y el SIDA dejó de ser una enfermedad grave para ser una enfermedad crónica como la diabetes. Pero lo que veo ahora, estoy hablando de héteros y maricas, es que hay un desconocimiento por culpa de ciertos gobiernos de no educar a los niños. Hay una plaga de sífilis que te encargo, hay una plaga de gonorrea que sale hasta en los diarios. Los índices de VIH aumentaron en más de un 80%. No me quiero poner viejo de mierda con el tema, pero es así”, argumentó.
Para Jordi el asunto del autocuidado es un tema central a discutir que es muy poco abordado, así como también la forma en que nos relacionamos como sociedad y los niveles de respeto que tenemos frente al otro.
“El día en que empecemos a respetarnos en nuestras diferencias, estas cosas no debieran ser tema. Me da un poquito de pena, de vergüenza ajena que se tenga que tomar banderas de lucha por lo que pueda o no pueda fumar. Cada persona debería poder decidir hacer lo que quiera con su vida si es mayor de edad. Si una mujer quiere hacerse un aborto, no debería estar pidiendo permiso. O que una religión te venga a decir lo que puedes hacer, cuando -curiosamente- en esa religión los hombres se visten de sotana para manosear a los niños. Entonces de qué sociedad estamos hablando. Yo quiero libertad y que cada persona pueda hacer lo que desee y que pueda hacerlo con el criterio suficiente”, expresó a Revista Cáñamo.
De esta manera, Jordi deja en claro que consumir marihuana o no hacerlo ya no debería ser tema; por lo mismo. “La marihuana es una forma de vida. No estoy de acuerdo en que se le coloque el apellido droga, como algo malo. No en vano se está usando como paliativo en el tratamiento de la fibromialgia, gente con jaqueca, gente con trastornos del sueño y esto que te digo no es porque lo haya leído. Personas cercanas a mí, familiares que son mucho mayores que yo y que nunca han fumado marihuana la han utilizado y les ha funcionado dentro de su terapia para su fibromialgia”.
Para finalizar, Castell analizó la realidad del país, de la juventud, desde su rol como profesor universitario y profesional de las comunicaciones. “Es mejor no mirar cosas que son tan evidentemente nocivas, es mejor hacerse el leso. Si uno pierde el tiempo en hacer voz de lucha o pelear cosas que son prácticamente imposibles, es mejor dedicarse a lo que se quiere hacer para que no se te vayan tus mejores años peleando. Esto que te digo es fuerte, pero es lo que más admiro de los jóvenes de hoy, que a pesar de estar con unos gobiernos patéticos, decadentes y ridículos, los jóvenes y los artistas están pendientes de otras cosas, de superarse a sí mismos, otros códigos que de seguro les van a dar mejores frutos que estar peleando por derechos humanos básicos que deberíamos tener y no tenemos.
“Estamos perdiendo el tiempo permitiendo que los mediocres que están en los gobiernos sigan creyendo que nos gobiernan. Así como los pingüinos en un minuto dejaron la cola, me encantaría que existiera un movimiento social donde se dignifique no solo los derechos humanos básicos sino que para que empiecen a cambiar las prioridades. Acá hay un error grave, todos nos hacemos los locos de que somos parte de una sociedad muy decadente producto de quienes nos gobiernan y siento que la hipocresía, la conveniencia, la estrategia y la falsedad son actitudes y prácticas que nos identifican como sociedad. Yo lo he visto probablemente mientras entrevisto gente en mi programa, pero también en la calle, en mi panadería. La gente es hipócrita, habla por conveniencia y te enfrentas a diario con personas que sabes que te están ocultando y que están hablando contigo solo por interés”, concluyó a Revista Cáñamo.