Ni en sus peores pesadillas los jerarcas de la hasta hace poco intocable Iglesia Católica pensaban verse enfrentados a la justicia civil y un tsunami de denuncias por abusos y pedofilia. En este oscuro escenario el Papa intenta tomar el control de un crisis que ha herido mortalmente a la institución con mayor influencia política en mundo occidental.
Hoy los católicos de avergüenzan y literalmente abandonan los templos que han sido mancillados –usando el lenguaje agustiniano- por la “lujuria y los placeres de la carne”.
En estos últimos días, el mundo ha vuelto a ser sacudido por investigaciones judiciales que revelan la cultura del abuso y la pedofilia a manos de miles de curas y obispos en todas partes. Incluido Chile, donde siete obispos incluido el cardenal son investigados y algunos de ellos inculpados por, ya sea encubrir o bien ser parte de los abusadores.
En este escenario el Papa Francisco, intenta controlar la hecatombe y ha convocado a reunión con los Episcopados del mundo por el tema de los abusos. El problema es que esta reunión pareciera ser una operación comunicacional más que una urgencia, dado que la cita ha quedado fijada para el 21 al 24 de febrero de 2019 en El Vaticano.
Esta decisión fue adoptada tras concluir, el 13 de septiembre, la XXVI reunión del Consejo de Cardenales en el Vaticano, “la Oficina de Prensa de la Santa Sede ha informado que el Papa Francisco convocó una reunión con los presidentes de las Conferencias Episcopales de todo el mundo para hablar de la prevención del abuso de niños y adultos vulnerables, en febrero de 2019.”, informó la Santa Sede –aunque ya no le queda mucho de santa.
La próxima reunión del Consejo de Cardenales se realizará los días 10, 11 y 12 de diciembre de 2018 y se prevé que lo purpurados preparen la cita de las Conferencias Episcopales del mundo.