El ingeniero y ex ministro, Claudio Hohmann, lamentó este miércoles la postura asumida por algunos sectores de la oposición de rechazar el proyecto de reforma tributaria impulsada por el gobierno, defendiendo con nostalgia la forma en que se lograban acuerdos y consensos durante los gobiernos de la Concertación.
En una carta enviada a El Mercurio, Hohmann señala que la propuesta de modernización tributaria “ha expuesto en toda su crudeza el cambio radical que ha experimentado la política chilena en relación con el crecimiento económico como base de nuestra estrategia de desarrollo”.
“Se trata, a no dudarlo, de la mayor fractura que se ha instalado en el sistema político desde el regreso de la democracia. Y es que se ha roto el que fue por largo tiempo un consenso inconmovible respecto de una de las cuestiones centrales de la política, la que se refiere a la forma de producir la riqueza y los recursos para financiar el gasto público, determinantes en los niveles de bienestar y desigualdad de una sociedad”, menciona.
En ese sentido, precisa que el “crecimiento con equidad, el lema acuñado por el gobierno de Aylwin, se convirtió, en los hechos, en la estrategia de desarrollo impulsada por cinco gobiernos consecutivos, que llevó al país a los más altos niveles de desarrollo humano de su historia (y al más alto de América Latina)”.
Además, sostiene que “notablemente, a ese consenso concurrió una centroizquierda sin ataduras ideológicas, que contribuyó a gestar uno de los períodos más virtuosos de nuestra historia, dejando atrás los lastres del estatismo y una ancestral antipatía hacia el sector privado”.
“De hecho, la fenecida Concertación -ahora lo sabemos- fue un fenómeno político extraordinario en una región donde las izquierdas gobernantes impulsaban subsidios masivos financiados con plata ajena (deuda externa) y abultados déficits fiscales, alejando a sus naciones del desarrollo. Impulsar activamente el crecimiento y convertirlo en un pilar de la estrategia de desarrollo fue algo completamente inédito para una alianza política de indudables credenciales progresistas. Mucho le deben Chile y los grupos medios que prosperaron en ese período a esa innovadora concertación de socialistas y socialdemócratas como posiblemente no haya otra en el futuro previsible”, mencionó.
Sin embargo, Hohmann detalla que “había un detalle, no por cierto el único, que se volvería trascendental para acabar con ese bloque político y, de paso, con el consenso que tanto benefició al país. El crecimiento con equidad no era otra cosa que un proceso de modernización capitalista, el mismo que experimentaron antes que nosotros los países desarrollados”.
“De pronto, el crecimiento se volvió sinónimo de capitalismo (dado que ningún otro sistema lo produce en forma sostenida), justo en momentos en que las principales economías occidentales sufrían una crisis financiera de proporciones, la de 2008, que para algunos parecía su colapso definitivo, al mismo tiempo que en Chile los jóvenes del movimiento estudiantil hacían tambalear los cimientos de ese nuevo orden, que Lagos, mejor que nadie, simbolizaba en la centroizquierda”, agrega.
El ex ministro añade que “fue así que en el sexto gobierno desde la recuperación de la democracia (el segundo de Bachelet), la estrategia de desarrollo basada en el crecimiento con equidad entró, por así decirlo, en una inquietante pausa, cuestionada abiertamente por sectores de izquierda que abogaban por el «derrumbe del modelo», retroexcavadora mediante, para acelerar el fin de un modelo neoliberal con el que riñen sin reservas”.
“De hecho, la elocuente sentencia de Lagos «la tarea número uno de Chile es crecer, todo lo demás es música», pronunciada al calor de la última elección presidencial, no es compartida por una parte importante de la izquierda, que es actualmente mayoría en el Parlamento. Y se llega al punto que el crecimiento económico se identifica ahora como un objetivo político propio de la derecha, en la misma medida que la izquierda ya no está dispuesta a privilegiarlo o a reconocerlo como una condición indispensable para el desarrollo”, afirma Hohmann.
El ex ministro concluye su carta indicando que “el fin de un consenso político que caracterizó a fuego el período más exitoso de nuestra historia política reciente da paso a un escenario completamente nuevo que podría tener consecuencias significativas para nuestro futuro. En este contexto se debe entender que la oposición esté dispuesta a rechazar la idea de legislar acerca de la propuesta de modernización tributaria del Gobierno, lo que en la práctica cerraría la posibilidad de corregir un sistema tributario que, todos lo saben, no fue concebido para alentar el crecimiento económico. Cerrar las puertas a la discusión democrática de una materia tan relevante para el futuro del país sería la mejor prueba de la falta de acuerdo allí donde no hace mucho hubo un sólido consenso. Justo en un tiempo en que la recuperación del crecimiento sostenido se ha transformado, aunque algunos no quieran reconocerlo, en el problema más serio que actualmente enfrenta la política chilena”.