En ese punto, al pensar en la esclavitud en la industria de la moda, ésta se presenta de innumerables maneras, comenzando desde los niños que son atraídos por el trabajo forzado a través de promesas de educación gratuita. Así, en una industria cada vez más globalizada, donde la tela puede ser tejida, cortada y cosida en diferentes naciones antes de ser enviada a otra para ser vendida, la esclavitud en cualquier país es un problema para todos los países.
Asimismo, el informe señala que casi 130 mil millones de dólares en prendas son las que se encuentran con riesgo de incluir la esclavitud moderna en su cadena de suministro y además son importadas anualmente por los países del G20, un grupo de naciones que representan el 80 por ciento de comercio mundial.
Estas importaciones ayudan a suscribir una economía global que atrapó a 40,3 millones de personas en la esclavitud moderna en 2016, el 71 por ciento de los cuales eran mujeres. Por lo que eso significa que incluso en las naciones desarrolladas, donde el trabajo forzado puede parecer impensable para el ciudadano promedio, los consumidores siguen apoyando la esclavitud de manera crucial, a través de nuestras importaciones de ropa, tecnología y otros productos básicos.
Con base en lo anterior, Estados Unidos, por ejemplo, tiene una de las tasas más bajas de esclavitud moderna, pero consume mucho más a sus vecinos globales, mientras que California aprobó una ley en 2010 que requiere que las grandes empresas divulguen públicamente sus esfuerzos para abordar la esclavitud y la trata de personas en sus cadenas de suministro, sin embargo, esa ley solo es válida en ese estado, y cualquier marca con un negocio global anual de menos de 100 millones de dólares está exenta de esta legislación de transparencia.
Por su parte, en Reino Unido el problema toma un formato similar, pues con importaciones de vestimenta a base de mano de obra esclava se registran cerca de 9 mil 300 millones al año, y al igual que en California existe una ley de esclavitud moderna promulgada en 2016 que exige que las empresas de cierto tamaño publiquen lo que están haciendo para combatir el trabajo esclavo en sus cadenas de suministro.
Desde entonces, miles de marcas como Burberry y Asos han lanzado declaraciones sobre el tema, pero si bien estas declaraciones son un punto de partida, su eficacia para cambiar la política no está clara, ya que algunas de las declaraciones no están fácilmente disponibles y algunas ni siquiera están firmadas por los ejecutivos relevantes de la compañía.
De acuerdo a la organización Walk Free Foundation, lo primero es que tanto ciudadanos como autoridades gubernamentales estén conscientes del desastre.
“Con demasiada frecuencia, la responsabilidad de eliminar la esclavitud moderna se coloca solo en los países donde se perpetra el delito. Ciertamente tienen una responsabilidad, pero no están solos en este sentido. Una atrocidad tan grande y penetrante como la esclavitud moderna requiere una respuesta global y unida”, afirmó el sitio web que divulgó el informe.
Fuente: Harper´s Bazaar