Luego de las ceremonias oficiales de asunción, el Presidente Sebastián Piñera, llegó en la tarde noche a La Moneda, donde dio el tradicional primer discurso desde uno de los balcones del Palacio Presidencial, acompañado de su señora, Cecilia Morel, Piñera dio a conocer cuáles serán los principales ejes de su segundo mandato en el período 2018-2022 y convocó a los chilenos para avanzar en cinco acuerdos nacionales:
Un Acuerdo Nacional por la Infancia.
Un Acuerdo Nacional por la Seguridad Ciudadana.
Un Acuerdo Nacional por una salud oportuna y de calidad para todos.
Un Acuerdo Nacional por la paz en la Araucanía.
Y un Gran Acuerdo Nacional para alcanzar el desarrollo y derrotar la pobreza, durante los próximos ocho años.
A continuación el mensaje completo del Jefe de Estado:
“Muy buenas noches, muchas gracias por compartir con nosotros este día con tanto significado y con tantas emociones.
Chilenas y chilenos, queridos compatriotas:
Después del Cambio de Mando en el Congreso Nacional, y del almuerzo que tuvimos en Cerro Castillo con los presidentes y jefes de Estado de países amigos que nos visitan, quisimos que nuestro primer acto como Presidente de todos los chilenos, fuera proponer al país, y comprometernos con los chilenos, para un Gran Acuerdo Nacional por nuestros Niños y por nuestra Infancia.
Recuerdo también que hace 8 años, mi primer acto como presidente en ejercicio fue visitar y compartir con las familias que habían sido víctimas del terremoto, no solamente del 27 de febrero, sino que las fuertes réplicas que ocurrieron el mismo día del cambio de mando y cuyo epicentro estuvo en la Región de O’Higgins.
Ese año llegué a esta casa de los presidentes y de todos los chilenos, conmovido por las dolorosas pérdidas de vidas que habían ocurrido como producto del terremoto y maremoto del 27/F, y golpeado por la inmensa destrucción que pude observar.
Pero también, fortalecido e inspirado por el maravilloso temple y el coraje que demostraron los chilenos, que supieron, a pesar del dolor, secar sus lágrimas, arremangarse las mangas y, una vez más, enfrentar unidos la adversidad.
Esa noche ratificamos nuestro firme compromiso con reconstruir nuestro país sobre bases más sólidas, casa por casa, escuela por escuela, hospital por hospital. Y con la contribución y la generosidad de todos los chilenos, cumplimos con esa misión.
Hoy llegamos nuevamente a esta casa de todos los chilenos y, una vez más, con el firme y urgente propósito y misión de hacer justicia y mejorar la dignidad y la calidad de vida de todos nuestros niños. Y muy especialmente de aquellos que en sus cortas vidas sólo han conocido el abandono y la soledad.
No sólo porque ellos son el futuro de nuestras familias y de nuestro país, sino que también, porque una patria grande, justa y solidaria no puede fallarle a ninguno de nuestros niños, sin fallarse a sí misma, sin empequeñecer su propia alma, sin comprometer su propio futuro.
Convoco hoy a todos mis compatriotas a ser parte vital de este gran acuerdo por los niños y la Infancia en nuestro país, para devolverle a nuestros niños, a los más vulnerables, lo que el Estado, la sociedad les han arrebatado: su niñez, su inocencia, su alegría de vivir. Y para que todos nuestros niños puedan no sólo desarrollar los talentos que Dios les dio, sino también tener la garantía de una vida con dignidad y llegar tan lejos como grandes sean sus sueños y fuerte sea su voluntad.
Queridos compatriotas:
El Padre Hurtado, ese gran Santo chileno, decía que la Patria es mucho más que nuestras cordilleras, nuestros valles o nuestro mar. Decía que la Patria era una misión a cumplir.
Y hoy quiero convocar a todas las chilenas y chilenos de buena voluntad, a tomar su lugar, a hacer su aporte y también, a recibir los justos beneficios de lograr cumplir con nuestra misión, de lograr soñar, dibujar y construir una patria más libre, más justa, más próspera y más solidaría, en que todos, todos tengamos la oportunidad de desarrollar nuestros talentos, pero también la seguridad de una vida con dignidad, y la libertad para poder encontrar nuestros propios caminos y buscar nuestra propia felicidad.
Hace casi 30 años, con unidad, fe y esperanza, los chilenos realizamos con notable éxito la primera transición, la que nos permitió avanzar hacia una sociedad con libertad y con democracia. Pero esa transición, admirada en el mundo entero, ya es parte del pasado, ya es parte de la historia.
Por eso, los chilenos hoy día, con la misma fe, unidad y esperanza, tenemos que emprender la mueva transición, aquella que nos va a conducir hacia un Chile desarrollado y sin pobreza, hacia un Chile con oportunidades para todos.
Algún día, y recuerden estas palabras, nuestros hijos y nuestros nietos nos van a juzgar a nosotros, por la forma en que enfrentamos el desafío de la nueva transición, el desafío para transformar a Chile en un país desarrollado y sin pobreza. Y ese día tenemos que tener una buena respuesta para nuestros niños, y a ellos no podemos fallarles.
El gobierno que hoy inauguramos, será un gobierno que buscará siempre la unidad entre los chilenos y que va a buscar reemplazar esa errónea lógica de la retroexcavadora, por la sana cultura del diálogo, de los acuerdos y de la colaboración entre los chilenos.
Y también, estamos comprometidos a ser un gobierno de progreso y de solidaridad. La meta, la misión es grande, es ambiciosa, pero también es noble y es factible: transformar a Chile, la colonia más pobre de España en América Latina, en el primer -ojalá no el único- país de América Latina que pueda decir con orgullo que hemos derrotado el subdesarrollo, que hemos derrotado la pobreza y que hemos aprendido a vivir en paz y en libertad.
Quiero reiterar ante ustedes el compromiso que hicimos durante la campaña: las prioridades de nuestro gobierno van a ser las prioridades de los chilenos. Y por ello, pondremos todo nuestro compromiso, nuestro esfuerzo y nuestras capacidades en lograr hacer y alcanzar ciertas metas imprescindibles.
Hacer retroceder la delincuencia, el narcotráfico y el terrorismo, para que pueda avanzar la seguridad de nuestras familias, la integridad de nuestros jóvenes y la paz en nuestras regiones.
La seguridad ciudadana es una condición fundamental para poder desarrollar de verdad nuestros proyectos de vida.
Por eso, nunca, nunca dejaremos que el temor invada nuestras conciencias ni nuestros hogares y mucho menos nuestras vidas, porque ello significaría atrofiar nuestra libertad y empobrecer nuestro futuro.
Para lograr esta gran tarea, vamos a modernizar profundamente nuestras policías y nuestro sistema de inteligencia; vamos a mejorar la coordinación entre las policías, los fiscales y los jueces, y vamos a fortalecer nuestra capacidad para rehabilitar a aquellos que han equivocado el camino.
Para esto necesitamos el apoyo y colaboración no sólo de los municipios, también de la ciudadanía. No podemos tener un carabinero en cada esquina, pero sí podemos tener un ciudadano honesto, que contribuya a que Chile haga retroceder la delincuencia y permita que avance la seguridad.
También nos haremos cargo de la grave crisis que afecta a nuestro sistema de salud, que necesita, y todos lo sabemos, cirugía mayor y que exige reducir los tiempos y las listas de espera, disminuir los precios de los medicamentos, aumentar el número de los especialistas y mejorar la calidad y la dignidad que reciben nuestros compatriotas cuando tienen necesidad de una atención de salud.
En las últimas décadas, la clase media chilena ha progresado en forma impresionante, y lo ha hecho en base a su propio esfuerzo, talento y mérito. Y ellos lo saben, y se sienten muy orgullosos de lo que han logrado. Pero también, quieren seguir avanzando y quieren tener mayores seguridades para evitar que un accidente en el ciclo de la vida, como la pérdida del empleo, una enfermedad grave, un acto de delincuencia, el costo de la educación superior de sus hijos o una tercera edad extendida, pueda retrotraerlos a una situación de vulnerabilidad que abandonaron y a la cual nunca más quieren volver.
Por eso, el Programa Red de Clase Media Protegida apunta al corazón de esos anhelos de nuestra clase media, a crear más oportunidades, para que sigan progresando, pero también, a darles la seguridad que si tienen que enfrentar la adversidad o los accidentes en cualquier etapa de sus vidas, no estarán solos ni quedarán abandonados: una mano solidaria los ayudará a ponerse de pie y volver a caminar.
Ese es el sentido profundo de la Red Clase Media Protegida: ayudar a nuestra clase media, pero sin quitarle jamás el protagonismo de sus propias vidas, ni la libertad para tomar sus propias decisiones.
Sabemos también que en la sociedad moderna, la sociedad del conocimiento y la información, la calidad de la educación es la Madre de Todas las Batallas, y será la que hará la diferencia entre el éxito y el fracaso de las personas y de los países.
Por eso, en estos tiempos de modernidad, nuestro gobierno pondrá todo su compromiso y esfuerzo para asegurar no solamente el acceso a la educación en todos sus niveles, a todos nuestros niños, sino que también para asegurarles que esa educación va a ser de calidad y asegurarles también que el día que terminen sus estudios, van a tener un empleo compatible con el esfuerzo que ellos han hecho y no seguir creando profesionales que después terminan siendo cesantes ilustrados. Y es en la sala de clases donde tenemos que dar y ganar esta batalla.
Tenemos también un firme compromiso, y lo reitero ante todos ustedes, por mejorar las pensiones de todos y cada uno de los chilenos. Pero lo digo con mucha claridad: avanzaremos con mayor rapidez y con mayor intensidad en mejorar las pensiones de nuestras mujeres, de los sectores más vulnerables y de nuestra gran clase media.
Octavio Paz, ese gran pensador y Premio Nobel mexicano, cuando hablaba del Estado, siempre se refería al “Ogro Filantrópico”. Filantrópico, porque se supone que el Estado ayuda a la gente; y ogro, porque para muchos ciudadanos el Estado es alguien distante, lejano y hostil.
Y para cambiar ese rostro y transformarlo en un rostro más humano y más amistoso, tenemos que acercar el gobierno a la gente. Fortalecer a nuestras regiones y a nuestras comunas. Y por eso me comprometo a transferir a los gobiernos regionales y comunales, más atribuciones, más responsabilidades y más recursos. Pero también quiero que sepan que les vamos a exigir una mejor gestión, una mayor transparencia y una participación más activa de los ciudadanos y vecinos de nuestras regiones y de nuestras comunas.
También -y esto lo saben mejor que nadie las mujeres de nuestro país- el Estado tiene que ser austero y tiene que administrar bien los recursos que ustedes financian con sus impuestos. Y, por eso, vamos a luchar para no permitir que el Estado sea capturado ni por la burocracia, ni por la corrupción, ni por los operadores políticos.
Mi padre fue un servidor público toda la vida, y quiero decirles a los servidores públicos: tengo el mayor aprecio y reconocimiento por la labor que ellos desempeñan. Pero también quiero decirle a los operadores políticos que están desvirtuando el verdadero sentido de la función política. Y eso no es compatible ni es aceptable en una democracia que está al servicio de la gente.
Por otra parte, tenemos que recuperar el Estado para que esté al servicio de los chilenos. Y esto va a exigir una tarea muy, muy importante, que es modernizar nuestro Estado, que fue creado en el siglo XIX, parchado en el siglo XX y que ya no responde a los requerimientos de los chilenos del siglo XXI.
Y por eso, vamos a reimpulsar una verdadera revolución tecnológica, para que las tecnologías de la información y del conocimiento, estén al servicio de los ciudadanos, y para simplificar los trámites y las gestiones que los ciudadanos tienen que hacer con el Estado, para que lo puedan hacer desde la comodidad de sus teléfonos inteligentes, sus computadores, sus teléfonos o -en el peor de los casos- en oficinas que van a atender a los ciudadanos como los ciudadanos se lo merecen.
Quiero también enfatizar el compromiso del alma que tenemos con el fortalecimiento de la familia, de todas las familias que existen en nuestro país, que tantas alegrías nos dan y que tan poco las apoyamos.
Vamos a fortalecer las familias chilenas, buscando una total igualdad de derechos y obligaciones entre hombres y mujeres; compatibilizando mejor el mundo del trabajo con el mundo de la familia; combatiendo con todo el rigor y la voluntad, la violencia intrafamiliar, que normalmente es violencia contra las mujeres, los niños y los adultos mayores; y también, vamos a apoyar la natalidad y la maternidad, porque un país que no quiere tener hijos, es un país en que algo no está funcionando bien. Los niños son como las estrellas: siempre iluminan nuestras vidas y nunca son demasiados.
Quiero también ser muy realista con ustedes: para avanzar en todos estos ambiciosos pero necesarios objetivos, metas y misiones, tenemos que revertir el estancamiento económico de los últimos años. Tenemos que recuperar los equilibrios macroeconómicos y fiscales y, sobre todo, tenemos que rejuvenecer el liderazgo, el dinamismo, la capacidad de crecer, de crear buenos empleos, de mejorar los salarios, de invertir, de innovar, de avanzar en ciencia y tecnología, y la capacidad de emprendimiento, que yo sé que, a pesar que a veces la burocracia tiende a ahogarla, vive en el alma y en el corazón de todos nuestros compatriotas.
Por esa razón, el crecimiento fundamental, no sólo para crear buenos empleos, mejorar los salarios y crear oportunidades para la clase media, también porque es una gran fuente de recursos para que el Estado pueda financiar sanamente sus programas sociales. Después de todo, no hay mejor política laboral que el pleno empleo, y no hay mejor política fiscal que el crecimiento económico.
Pero también quiero decirles, desarrollo es mucho más que crecimiento. El verdadero desarrollo no sólo tiene que ver con cifras, números o estadísticas. El verdadero desarrollo tiene que tener un rostro humano, y su norte es uno solo: mejorar la calidad de vida, ampliar los ámbitos de libertad y crear más y mejores oportunidades para todos nuestros compatriotas.
El verdadero desarrollo también tiene que ver con la unidad de nuestro país, con la calidad, probidad y transparencia, de nuestra democracia y de nuestras instituciones, con la justicia, con la solidaridad de nuestra sociedad y con la protección que otorguemos a nuestra naturaleza y a nuestro medio ambiente.
Chilenas y chilenos, queridos compatriotas:
Chile somos todos, y por eso tenemos que soñarlo, dibujarlo y construirlo entre todos. Y no sólo para nosotros, o nuestros hijos o nuestros nietos, tenemos que ser capaces de levantar la vista y preguntarnos qué país queremos legar a los que vendrán después de nosotros que, aunque aún no los conocemos, sí los queremos y los estamos esperando con los brazos abiertos.
La construcción de esa patria buena, justa y libre, que sea capaz de acoger como una buena madre o como un buen padre a todos sus hijos, no es tarea ni responsabilidad de un presidente, de un gobierno o de una coalición. Es mucho más que eso: es una tarea que debe comprometer, entusiasmar y convocar a todas las chilenas y los chilenos. Y se logra uniendo y no dividiendo; sumando y no restando; colaborando y no confrontando; se logra respetando y no descalificando; y, sobre todo, dando la mano abierta y no alzando el puño cerrado. Sólo así vamos a construir ese país con el cual siempre hemos soñado.
Queridos compatriotas:
En las grandes tareas que tenemos por delante, les puedo asegurar que todos tendremos la oportunidad de aportar: el gobierno y la sociedad civil, los que nos apoyaron en la última elección, los que escogieron otras opciones, los que nacieron en Chile, los que han venido a construir una nueva vida a nuestro país, y también aquellos a los cuales la vida les ha sonreído, pero muy especialmente a los más vulnerables y humildes de nuestro país.
Y les puedo asegurar que no sólo todos tendremos un lugar para aportar, sino que también todos tendremos una justa participación en los beneficios que esta gran misión va a generar.
Porque Chile somos todos, porque en Chile no sobra nadie, salvo el odio, la maldad, la intolerancia y la violencia.
Siempre, siempre debemos recordar una gran lección que nuestra historia nos la ha enseñado tantas veces: cada vez que en Chile nos hemos dividido, y en lugar de tratarnos como compatriotas nos hemos tratado como enemigos, hemos cosechado nuestras más tristes y amargas derrotas. Cada vez que nos hemos unido detrás de una causa grande y noble, hemos conquistado nuestras más hermosas y valiosas victorias.
Por ello, quiero convocar a todos mis compatriotas hoy día a buscar, con buena voluntad, cinco grandes acuerdos en beneficio de todos los chilenos:
Un Acuerdo por la Infancia;
Un Acuerdo por la Seguridad Ciudadana;
Un Acuerdo por una salud digna y oportuna;
Un Acuerdo por la paz en la Araucanía;
Y un Gran Acuerdo Nacional para que Chile dé ese gran salto hacia adelante, hacia el desarrollo integral y hacia la derrota de la pobreza.
Queridos hombres y mujeres que viven en este bendito país:
Hace justo 200 años nuestros próceres, los padres de la patria, lucharon y consolidaron nuestra libertad y nuestra independencia, y supieron superar los obstáculos y la adversidad, que mostró su rostro más amargo en el Desastre de Rancagua o en la Derrota de Cancha Rayada, pero que también mostró su rostro más glorioso en el triunfo de Chacabuco y en la victoria definitiva que consolidó nuestra independencia en la Batalla de Maipú.
Hoy, nosotros -que somos sus hijos- queremos decirles que nunca los olvidaremos y que su heroico esfuerzo no ha sido en vano. Nos legaron una patria maravillosa, y hoy nuestra gran misión es legarle a nuestros hijos, a nuestros nietos y a los que vendrán, un Chile más libre, más justo, más próspero y más solidario, en que todos sus hijos, por el solo hecho de haber nacido en esta tierra bendita, sepan que van a poder desarrollar los talentos que Dios les dio, y que van a tener la seguridad de una vida con dignidad y los caminos de libertad para buscar su propia libertad.
Quiero terminar pidiéndole a Dios que nos dé a todos, a todos los chilenos y chilenas, la sabiduría, la fuerza y la humildad para ser capaces de recorrer estos caminos y cumplir con nuestra gran misión.
Que Dios bendiga a Chile y a los chilenos, y ¡arriba los corazones, porque llegó el momento de esos tiempos mejores, de los cuales hablábamos durante la campaña. para todos ustedes y para todas las familias chilenas!
Gracias por compartir este momento, muchas gracias y buenas noches.»