Aunque Infogate, al igual que muchos otros medios de comunicación independientes, están por NO darle cobertura a personajes como Marcelo Ríos, que ha denostado e insultado gratuitamente a los prodesionales de la prensa reproducimos la carta que este jugador de tenis senior publica este miércoles en E Mercurio, una petición pública de perdón que huele a una planificad estrategia de lavado de imagen.
«Pido perdón
Cuando alguien me pregunta si lo pasé muy bien en mi carrera de tenista profesional, siempre me sorprendo contestando que no. Si bien es cierto que no tuve momentos para hacer turismo ni participar en fiestas o diversiones como la mayoría de los adolescentes, lo que más daña mis recuerdos es el constante acoso de los medios de comunicación y sus falsedades que solo buscaban vender noticias sensacionalistas, lo cual provocó en mí una mala reacción intentando proteger mi legítima privacidad, y no satisfaciendo así lo que tanta gente demandaba de mí.
El primer error lo cometí cuando metí a todos los periodistas en una sola bolsa y opiné mal de ellos en general. Cuando me llamó Pedro Carcuro y me cobró sentimientos, me di cuenta de que había muchos buenos profesionales en ese medio y que había sido injusto.
El segundo error se produjo la semana pasada, cuando me preguntaron algo relacionado con la disputa de Copa Davis y yo contesté una grosería, creyendo que imitar a Maradona resultaría gracioso.
Grave error. No era la oportunidad y no estaba siendo atacado como comúnmente ocurre.
He tenido tiempo de recapacitar que con mis dichos ofendí a personas que cumplen una labor profesional dignamente y de paso también afecté a sus familiares, amigos y tal vez a estudiantes y profesores de periodismo. Y todo ello porque guardo rencor con solo un puñado de malos profesionales que me han causado daño durante muchos años.
Lo cortés no quita lo valiente: pido públicamente perdón a todas aquellas personas a las que indebidamente pude llegar a causar alguna ofensa Marcelo Ríos Mayorga».
Juzgue usted el sentido de la misiva, pero recuerde que el camino al cielo y al infierno -según sea el caso- está requeteasfaltado con buenas intencones y peticiones de perdón.