Durante casi once años, a las seis de la tarde, en lo que es considerado como un ritual de fidelidad, cada día «Capitán» visitó la tumba de su amo, Miguel Guzmán, que falleció el 24 marzo de 2006. Era el perro más conocido de Córdoba y ayer lunes se supo de su muerte.
A su dueño, tras su deceso, lo velaron muy lejos del Hospital de Carlos Paz y el perro, que «andaba suelto porque quería«, no estuvo ni en la casa velatoria, pero un año después encontró los restos de su amo.
Tenía 16 años, estaba muy enfermo y ya casi no caminaba, quedándose «echado» para siempre en el baño del cementerio.
“Capitán” padecía una insuficiencia renal crónica, que le provocaba vómitos y un estado de somnolencia, a lo que se suma que casi no veía. Sin embargo, su olfato para las emociones nunca falló, ya que siempre estuvo en la tumba de quien fue su dueño.
Las entidades proteccionistas de Córdoba están solicitando que “Capitán” sea enterrado junto a su dueño, pero el Concejo de Carlos Paz propone algo muy distinto, puesto que el municipio quiere cremarlo, sepultar sus restos en una plazoleta y construir un monumento en su honor.
El proyecto deberá ser tratado por el Concejo de Representantes, puesto que se trata de un espacio público y sería debatido en la sesión.
Actualmente, los restos de “Capitán” están bajo el cuidado de las integrantes de FUPA y se analizan los pasos a seguir. No quieren que el perro más famoso de Córdoba se convierta en un atractivo turístico. Pero sí en un mensaje esperanzador para el cuidado de los animales.