Como “crisis social y ambiental incluso mayor a la vivida en Chiloé en 2016″ calificó Greenpeace Chile el peligroso avance e inusuales niveles de toxicidad que está presentando la Marea Roja en la Patagonia chilena y que amenaza con expandirse y generar graves consecuencias en amplias zonas del sur del país.
En efecto, y de acuerdo a información entregada por las autoridades de salud de la Región de Aysén, los monitoreos han revelado niveles nunca antes registrados del veneno paralizante, con cifras que rondan los 140.000 microgramos de veneno por cada 100 gramos de mariscos. Lo anterior representa niveles siete veces superior al peak que se registró el 2009.
“Frente a esta nueva crisis, Arturo Clément, presidente de SalmonChile se ha apurado en desestimar cualquier responsabilidad de la industria salmonera en la situación. Incluso, hace pocos días, señaló que el tema medioambiental era prioritario para la industria salmonera. Parece una afirmación, al menos, osada. ¿O acaso alguien podría asegurar que la industria salmonera ha sido un aporte y un beneficio en materia medioambiental ahí donde se ha instalado?”, señaló Estefanía González, coordinadora de océanos de Greenpeace.
Desde la ONG ambientalista señalaron que miles de toneladas de salmones siguen muriendo en los centros de cultivo, tal como sucedía el 2016. No solo eso, sino que gran cantidad de estos centros salmoneros se encuentran anóxicos, que no es otra cosa que, debido a las altas concentraciones de peces, han terminado por dejar sin oxígeno el mar, afectando de manera severa el delicado equilibrio medioambiental en amplias zonas del sur del país.
“¿Cómo, entonces, el señor Clément puede descartar que parte de la responsabilidad en lo que está sucediendo hoy tenga que ver con los impactos que ha tenido la industria salmonera? Es evidente que, frente a esta nueva crisis, se debe hacer todo lo posible por detener a tiempo la expansión salmonera en la Región de Magallanes”, dijo Estefanía González.
Por último, la vocera de océanos de Greenpeace señaló: “Es necesario que las autoridades entreguen información respecto de la manera en que se está controlando la mortandad de salmones. En la práctica, los miles de salmones muertos en Magallanes y Aysén no tienen donde ser eliminados, por lo que deben recorrer grandes distancias para ser trasladados hasta la Región de Los Lagos. Es urgente que la industria y autoridades de gobierno aclaren qué se ha hecho con esas toneladas de salmones muertos y saber si es que la totalidad de esos peces efectivamente llegaron a vertederos en Los Lagos”, concluyó Estefanía González.