Este jueves y a pocos días de que llegue a Chile el Papa Francisco, el abogado y columnista -ya no tan favorito de la élite mercurial- se ha enfrascado en una disputa epistolar a raíz de sus últimas reflexiones sobre la pontifica visita y los alcances políticos de la misma. Peña ha sido un duro crítico del actuar de la iglesia -como institución- por querer seguir rigiendo ámbitos que que El Papa y la esfera pública, lo que ha generado la reacción de cierta fanaticada «más papista que el propio Papa».
Este jueves Carlos Peña titula su misiva: «El Papa y su esfera pública».
«Joaquín Alliende -al igual como lo había hecho J. Antúnez- insiste en señalar que las opiniones vertidas en mi última columna, acerca de los magros efectos que produciría la visita del Papa, son descalificaciones hechas a los católicos y al mundo cristiano en general.
Alliende se equivoca. Y es fácil, esta vez, comprender por qué.
La Iglesia en el mundo promueve dos ideas básicas. Una de ellas es la fe, la idea que este mundo tiene un sentido inefable que solo a través de ella es posible aprender. La otra es el conjunto de consecuencias normativas que, a partir de esa experiencia, la Iglesia pretende obtener y con las que aspira a guiar la vida colectiva e influir en la cultura. Ambas dimensiones son perfectamente legítimas, desde luego, pero la segunda está sometida a la crítica y al escrutinio de los ciudadanos, de los creyentes y los no creyentes. Y no es correcto, como lo hacen Alliende y Antúnez, argüir que el análisis de la segunda dimensión ofende su fe o la descalifica.
La Iglesia sostiene que las orientaciones normativas que defiende en temas de moral sexual o de justicia no dependen, para ser aceptadas, de la fe, sino de simples consideraciones racionales. Pero si eso es así, entonces ¿por qué aspirar a que la visita del Papa esté a ese respecto exenta de análisis o de crítica y anhelar que solo se la envuelva en una nube de emociones? ¿Acaso no es razonable llamar la atención acerca del comportamiento de la Iglesia en cuestiones de moral sexual y la forma en que eso lesiona su prestigio? ¿O acerca de los magros y vagos discursos papales acerca de la sociedad contemporánea? Los creyentes tienen todo el derecho a profesar su fe y a intentar influir la cultura; pero no pueden pretender que, a pretexto de su fe o las emociones que su práctica desata, se exima a la Iglesia y a sus autoridades del análisis en la esfera pública.
Sodalitium Christianae Vitae
Esta carta se emite justo en el día en que se conoce un nuevo escándalo que remece a uno de los movimientos religiosos más conservadores de la iglesia como son los Sodalicios que será intervenidos en Perú, por denuncias de corrupción y abuso sexual. Como dato, que demuestra como se mueve este movimiento en la élite política, el hijo de la ex ministra Catalina Parot llegó a ser sacerdote de esta cuestionada congregación religiosa.
Desde inicios del milenio, la organización católica Sodalitium Christianae Vitae enfrenta denuncias de jóvenes que pertenecieron a esta asociación por haber sufrido agresiones sexuales por parte de sus líderes: Germán Doig y Luis Fernando Figari, que la crearon en 1977.
El 10 de enero el papa Francisco ordenó intervenir la organización Sodalicio de Vida Cristiana, tras la investigación fiscal en contra de su fundador Luis Fernando Figari, acusado de abusar de menores de edad.