Andrés Zaldívar Larraín (DC) un monumento viviente de la vieja política, que ha permanecido en la élite del poder desde los años 60, cuando asumió como ministro de Hacienda del también DC Eduardo Frei Montalva, no ha dejado de estar presente en estas esferas del poder hasta ahora, claro que como un anmal herido, tras la perdida de la reelección a senador por el Maule y por varios episodios poco afortunados, este domingo en su calidad de presidente del Sanado de la Nación, publica una suerte de carta-reflexión-análisis, que bien merece el mote de «Cantinflera carta», porque no dice nada contundente frente a la Segunda Vuelta presidencial, es decir no toma partido como debiera esperarse de un político con experiencia, más bien toma distancia y deja entrever en su escrito su dolor por haber perdido el escaño y su suculenta dieta.
Para entender porqué decimos que la carta es cantinflera una muestra: «El voto en esta segunda vuelta es decisivo y debe hacerse con reflexión y serenidad, sin dejarnos atemorizar por campañas del terror ni embaucar por promesas con letra chica, especialmente en los temas que más inquietan a las chilenas y chilenos».
El siguiente es el texto completo de la misiva de Zaldívar:
«Las recientes elecciones trajeron consigo sorpresas, escenarios nuevos y llamados de atención. Si bien para muchos los resultados no fueron los esperados, la democracia nos obliga a aceptar sus reglas y ello ha de hacerse con humildad e hidalguía. En este sentido, el debut del sistema proporcional corregido pudo haber perjudicado algunas postulaciones y favorecido a otras que obtuvieron menor votación, pero permitió una renovación del Parlamento, con toda la diversidad geográfica, de género e ideológica que este, por esencia, debe tener.
El reto para los nuevos integrantes del Congreso es, ahora, responder a las expectativas de sus electores, contribuir a enriquecer el debate y ser fieles representantes incluso de quienes votaron por otra opción. Una doble responsabilidad tienen quienes lograron un escaño a pesar de haber tenido una baja votación, pues deberán encantar con sus ideas y con sus obras, demostrando en todo momento sus capacidades para legislar en bien de sus regiones y de todo el país.
Los partidos políticos, por su parte, viven un momento de definiciones trascendentales. Mientras unos deciden sus apoyos de cara al balotaje, los más pequeños analizan posibles fusiones para dar continuidad a sus postulados y otros intentan resolver en forma autónoma y lo más cohesionadamente posible sus propias crisis. Todos ellos son importantes para garantizar la pluralidad de pensamientos que está en la esencia de un régimen democrático; por ello, es de esperar que tomen las mejores decisiones y que estas sean fruto de miradas de largo plazo frente a un proyecto de país más solidario, inclusivo y en crecimiento.
Pero la atención ciudadana está focalizada en la segunda vuelta. En estos días, los dos candidatos redefinen sus estrategias, establecen criterios de negociación, rearman equipos, exaltan las fortalezas propias y las debilidades del adversario. Por una parte, parecen tratar de marcar sus diferencias, pero al mismo tiempo dan señales de flexibilidad al relativizar planteamientos que inicialmente eran categóricos, en un denodado esfuerzo por captar la adhesión del centro, de los indiferentes, de los indecisos y de sectores que hasta hace poco fueron sus oponentes.
Los partidos que apoyan a cada uno, más que reafirmar sus identidades buscan puntos de coincidencia o ceden en algunas de sus banderas para fortalecer las alianzas en torno a una candidatura, en una contienda que se anticipa muy estrecha. Algunos ya han tomado su opción, mientras otros han preferido dejar que sus militantes voten según sus convicciones personales.
Con todo, las propuestas de ambos aspirantes a La Moneda siguen siendo muy distintas y representan visiones contrapuestas, tanto en el diagnóstico como en el tratamiento de los problemas prioritarios del país. Entendiendo esas diferencias, quien gane deberá gobernar para todos, trabajar por la unidad, escuchar la voz de la gente y valorar las buenas ideas vengan de donde vengan, como corresponde a un verdadero estadista. Todo ello hace especialmente relevante la participación ciudadana en el acto electoral del próximo 17 de diciembre. El voto en esta segunda vuelta es decisivo y debe hacerse con reflexión y serenidad, sin dejarnos atemorizar por campañas del terror ni embaucar por promesas con letra chica, especialmente en los temas que más inquietan a las chilenas y chilenos», remata el presidente del Senado y evidentemente dolido Andrés Zaldívar que con eta carta «no esta a la altura» de lo que se espera de un político militante de un partido que más bien ha dado muchos dolores de cabeza al país.