En relación al aseguramiento y cobertura de salud, el planteamiento de un Sistema equitativo entre sus beneficiarios implica una discusión de largo aliento entre quienes quieren un sistema que entregue garantías universales y entre aquellos que prefieren uno con garantías individuales. Fundación Equidad explica los alcances de este tema, y entrega una propuesta a los candidatos a la presidencia de Chile.
Hablar de equidad, es hablar de las necesidades de las personas, aquellas que guían la distribución de los recursos para alcanzar el bienestar, en diversas áreas de la vida, como educación, trabajo y por supuesto salud. Y es este tema uno de los más complejos de abordar, ya que estamos frente a una situación en que todas las personas que tienen una necesidad, como, por ejemplo, la atención por un especialista, un medicamento o cirugía, deberían recibir dicha prestación sin importar que cuenten o no con los recursos para hacerlo.
“Cuando hablamos de equidad, no hablamos en sí del hospital, de la clínica, centro médico ni del consultorio. De lo que estamos hablando es de lo que está detrás y que es todo el engranaje que financia esos centros para que a una determinada persona, se le entregue una atención en un momento dado. Entendiendo esto, para que haya un sistema de salud más equitativo debe haber mayor disponibilidad de recursos para las personas que tienen más necesidades, cosa que no está ocurriendo puesto que nuestro sistema de salud, que es la articulación de miles de actores a lo largo del país, no prioriza según las necesidades de las personas, sino que lo hace por la capacidad de pago”, explica Tomás Lagomarsino, médico y presidente de Fundación Equidad.
Ante esto, la propuesta de la Fundación que puede ayudar a la desigualdad en el área de la salud y que apunta a aplicar la seguridad social de manera efectiva en nuestro país, adaptando al contexto nacional los modelos internacionales que apuntan a la solidaridad como un valor escencial en el diseño del Sistema de Salud. Es decir, que uno contribuye de acuerdo a su poder contributivo y recibe de acuerdo a sus necesidades; por ejemplo, yo aporto 10 y tu aportas 5 pero a la hora de tener una misma necesidad ambos recibimos lo mismo. “Esto es ver la salud como un derecho”, agrega.
“Nuestra propuesta es un modelo de transición desde lo que tenemos actualmente a un modelo de fondo único en el cual las Isapres se transformen en seguros complementarios y suplementarios. Esta transición debe ejecutarse en un largo período de tiempo para que los actores se adapten y donde los recursos y las prestaciones son traspasadas progresivamente a un fondo mancomunado”, explica Lagomarsino, quien señala que este fondo único se construye exclusivamente en base a la cotización obligatoria del 7% de salud y financia prestaciones en redes de prestadores que pueden ser públicos y privados, en este último caso de forma altamente regulados.
Es así, que la cotización voluntaria de las personas afiliadas a una Isapre, permitiría que pueda elegir otra red de prestadores, financiar mejor hotelería o prestaciones estéticas. Sin embargo, todos los chilenos tendrían asegurada una salud digna y de calidad en base al fondo único.
“Uno tiene que ser franco desde un principio. Una persona joven, con buen ingreso económico y sin enfermedades se vería menos favorecida con este sistema en comparación con el que tenemos actualmente, pero el objetivo de la seguridad social es proteger ante las contingencias y eventualidades que uno no puede prever y por tanto, esa persona joven en algún momento puede tener una enfermedad crónica que eleve significativamente el costo de su atención en salud.
Paralelamente las personas con mayor carga de enfermedad, por ejemplo, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas, tendrán a su disposición muchos más recursos para satisfacer sus necesidades y no tener que pasar años en listas de espera o sin contar con los medicamentos más indicados para sus patologías. Así garantizamos un sistema que considera la salud como un derecho”.
Hoy en Chile, existe una cotización obligatoria de salud que en teoría es para la seguridad social, sin embargo, dada la fragmentación de los administradores de esos recursos no existe una real seguridad social en la práctica. En Chile, tenemos un gran administrador que es público, solidario, no lucra ni discrimina que es Fonasa y múltiples administradores que tienen características propias de seguros de salud que son las Isapres.
Como las Isapres tienen la posibilidad de seleccionar o discriminar a quienes se afilian van acumulando personas de bajo riesgo y con elevados ingresos económicos, mientras que Fonasa no puede negarse a recibir nuevos cotizantes y por tanto sus afiliados terminan teniendo un mayor riesgo y bajos ingresos económicos.
Esta realidad actual, nos lleva a otro problema, y es cómo, esas mismas personas jóvenes, cuando son mayores y no pueden pagar una Isapre, deben cambiarse a Fonasa, utilizando los fondos recaudados por las personas de menos recursos y mayores necesidades.
Se trata de los denominados cotizantes cautivos y que son aquellas personas que ingresaron a una Isapre cuando tienen un bajo riesgo y que con los años lo aumentan significativamente, por ejemplo, si sufren un infarto, y por tanto también el costo del plan de su Isapre se eleva progresivamente. Esas personas no pueden elegir cambiarse de Isapre y también mantienen cautivos a aquellos miembros de su familia que son parte de su plan de salud. Llega un momento dado en que los planes se encarecen tanto, situación que muchas veces coincide con la edad de jubilación, que finalmente deben cambiarse a Fonasa por no poder seguir costeando su plan.
“Si es que pensamos en soluciones puntuales para que este problema se resuelva deberíamos apuntar a las preexistencias y los reajustes de los valores de los planes, sin embargo, la solución tiene que ser más amplia. Es un problema estructural que se resuelve con un fondo único y solidario”, enfatiza el presidente de la Fundación Equidad.
“Que exista una fragmentación de la seguridad social es sumamente inequitativo puesto que genera una salud para personas de primera categoría y otra salud para personas de segunda. En cuanto a esta rotación, aquellos que terminan atendiéndose en Fonasa después de haber estado toda su vida en una Isapre lo encuentran una situación muy insatisfactoria, pero hay que comprender la génesis de la problemática. Fonasa tiene muy pocos recursos en comparación con la cantidad de personas que atiende, el 80% de la población con mayor carga de enfermedad, y estos recursos se constituyen en base a un modelo solidario donde todos sus cotizantes aportan su 7% a un fondo común. Ahora bien llega una persona que nunca ha aportado a este fondo, sí aportó a su Isapre, y con una alta carga de enfermedad que provocó que ya no podía seguir pagando su plan, ¿es justo para las personas que siempre han estado en Fonasa? Es un sistema perverso para ambos lados.
Seguridad social aplicada al sistema de salud a través de un fondo único y solidario, es lo que hoy necesitamos, para poder comenzar a cimentar las bases de una política pública a largo plazo y que ya algunos están ofreciendo en sus propuestas políticas, lo que nos pondría, además, al nivel de potencias internacionales, que ya hicieron el cambio y cuentan con un sistema “con equidad”, en su sistema de salud.