La plataforma de transporte compartido UBER, que ha generado serios problemas con el transorpte formal en países como Argentina y Chile, reconoció -tardiamente- una filtración cibernética que la compañía había mantenido en secreto hasta hoy y que en 2016 afectó a los datos personales de 57 millones de sus usuarios y conductores en todo el mundo.
Por medio de un comunicado de prensa, el consejero delegado de Uber, Dara Khosrowshahi, que llegó al cargo el pasado agosto, mostró hoy su predisposición a ser «honestos» y «transparentes» y a «trabajar para reparar errores pasados».
Así detalló que dos individuos ajenos a la empresa accedieron a las bases de datos de Uber y fueron capaces de descargar información de 57 millones de usuarios de Uber en todo el mundo, incluyendo sus nombres, direcciones de correo electrónico y números de teléfono.
Dentro de esa cantidad figuraron, además, 600.000 conductores de Uber en Estados Unidos, cuyos números de carné de conducir, la forma de identificación más habitual en este país, también fueron robados por los «hackers».
La agencia Bloomberg aseguró hoy que UBER, pese a tener la obligación legal de informar a las autoridades acerca del ataque informático, pagó 100.000 dólares a los «hackers» para que eliminaran los datos obtenidos y mantuvieran silencio sobre lo ocurrido.