La primera visita Papal (Juan Pablo II) en plena dictadura, marcó un hito y en ese entonces el fervor religioso fue distinto al actual anuncio de la viaje que realizará el Papa Francisco a Chile, cuyo costo de la puesta en escena de los actos multitudianarios costarán $4 mil millones los que deberán ser financiados por la gente y no por la Iglesia Católica, que posee grandes riquezas inmobiliarias. Sólo, por dar un ejemplo, en el centro de Santiago las principales manzanas son de propiedad de la Iglesias y Órdenes Religiosa.
Han habido duros cuestionamientos a cómo se deberá financiar el viaje y también se ha cuestionado que el Parlamento de un Estado que está separado de la Iglesia, haya legislado para dar beneficios tributarios para las empresas que donen dinero para esta visita, lo que ha generado críticas y emplazamientos a que en esta lógica todos los líderes religiosos mundiales podrán venir «con todos los gastos pagados» a promover su determinada fe religiosa.