Un duro análisis hace el rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, a la abrupta caída de preferencias que tuvo la abanderada del Frente Amplio, Beatriz Sánchez, responsabilizando de esta baja al “paternalismo que transpira su discurso”.
En su tradicional columna en El Mercurio, Peña sostiene que “el discurso de Sánchez y del Frente Amplio refleja una mala comprensión de la sociedad chilena. Como suele ocurrir con la política hecha desde un grupo con identidad generacional y conciencia de vanguardia (representados paradigmáticamente por Boric y por Jackson), ellos se representan a las mayorías como grupos heridos por la desigualdad, anhelantes de protección y de cuidado”.
“Esa imagen (que es la contrapartida exacta de cómo sus líderes se ven a sí mismos: personas generosas y lúcidas que, sin padecer la injusticia, se empeñan en remediarla) no se condice del todo con la conciencia de los nuevos grupos medios que han experimentado una fuerte mejora en sus condiciones materiales, una mejora que ellos viven como fruto de su autonomía y su esfuerzo personal”, precisa.
En ese sentido, el académico sostiene que “ese paternalismo que transpira el discurso de Sánchez (inspirado en la imagen que sus líderes se esfuerzan en promover) irrita a esos grupos medios que no se reconocen en esa imagen de sectores sociales requeridos de protección, víctimas del maltrato, seres anhelantes de justicia. El paternalismo, en sociedades que se modernizan, atrae a los jóvenes ilustrados que se sienten llamados a un papel de vanguardia, pero no a las mayorías a quienes ellos erigen como objeto de su cuidado”.
Además, Peña apunta a que Sánchez se muestra, “de manera casi explícita, como una vocera de un discernimiento que no le pertenece, y no como una líder genuina, con ideas y visión propias. Esto es seguramente producto de otro rasgo, también generacional, consistente en atribuir a las decisiones colectivas una suma de virtudes que el discernimiento y el raciocinio individual no poseerían”.
“Para un grupo que piensa que la suma de opiniones es más racional y acertada que el razonamiento individual (en esto están de acuerdo con la economía neoclásica, que considera virtuosa la suma de preferencias individuales), una candidatura presidencial es más una imagen que un liderazgo”, agrega.
Al respecto, el columnista señala que “ese modo de concebir la toma de decisiones transforma a Beatriz Sánchez más en un rostro del Frente Amplio que en una líder del mismo. Y es probable que el electorado lo perciba. Y se encuentra, en fin, la decisión de estos grupos de erigir a la historia como el terreno de su quehacer más que a la política”.
“Esto es de nuevo un rasgo generacional (cada nueva generación piensa que su tarea es corregir la historia a cuya sombra creció) y con toda probabilidad distancia al Frente Amplio del electorado. Después de todo, lo que el Frente llama la historia de estas décadas -que ha erigido como su rival-, para las personas comunes y corrientes es su propia trayectoria vital. Como sugirió alguna vez Wright Mills, el gran sociólogo norteamericano (murió muy joven, apenas transitaba los cuarenta), cuando la sociedad se transforma, como le ha ocurrido a la sociedad chilena, la historia y la biografía se cruzan y se experimentan casi como una sola”, menciona.
Explica que “y así no se puede devaluar la historia mostrando solo sus sombras, sin devaluar la trayectoria vital de quienes se cruzaron con ella. Este es el mismo error en que incurrió Eyzaguirre (en justicia debiera inscribirse en los anales de la política como «el error Eyzaguirre») cuando ironizó con la experiencia de los grupos ascendidos empeñados en elegir un colegio privado para sus hijos”.
Carlos Peña continúa su análisis, indicando que “todos esos rasgos -el sentido de misión paternalista de sus dirigentes, la ausencia de liderazgo y su reemplazo por la vocería de un discernimiento grupal, el rechazo de la historia reciente- se han acentuado durante la campaña en vez de corregirse, y eso ha distanciado a la ciudadanía que (es de esperar no lo olvide Guillier, cuya inacción al menos le ha impedido cometer graves errores) no está integrada por masas proletariadas explotadas o por una clase deseosa de una mano que la guíe, sino por grupos medios autónomos, que esperan se reconozca su esfuerzo, y una sociedad que ha experimentado un intenso proceso de individuación”.
“Atender a eso es fundamental. Porque lo que está en juego en la próxima elección es si la centroizquierda es capaz de guiar a una sociedad que se moderniza. O si, en cambio, por dibujar una escena que no existe, dejará el camino libre a la derecha”, plantea el rector de la UDP.