Las mujeres de Chile, los mayores y los más pobres, tienen mucho que agradecer a la Presidenta Michelle Bachelet. Y, en la medida que pase el tiempo, serán muchos los que deberán reconocer el enorme valor de su legado.
Es cierto que este gobierno ha tenido problemas de gestión que opacaron en una buena medida sus logros. También resulta efectivo que el caso Caval significó un golpe de proporciones en el alma de la Presidenta. Esa situación, que ha sido estrujada mediáticamente por la poderosa orquesta de los medios tradicionales, colaboró a forjar la pretendida idea de un fracaso histórico. Sin embargo, el paso del tiempo, tímidamente por ahora, está poniendo las cosas en su lugar y los números mejoran.
A mi juicio hay tres grandes pilares del legado que deja Bachelet en sus dos pasos por La Moneda:
Primero, los derechos de la mujer. Nadie ha hecho más que la Presidente por visibilizar, primero, y promover, luego, la incorporación de nuestros derechos; desde los reproductivos a los laborales. Para resumirlo, Bachelet ha dado al 52 por ciento de la población el valor que le había sido negado por el machismo estructural que padecíamos. Queda mucho por hacer y no claudicar es nuestra obligación. Pero no debemos nunca dejar de reconocer que el camino se amplió como nunca antes gracias a acción de la Presidenta.
Segundo, las reformas destinadas a mejorar las condiciones previsionales de los más desposeídos. ¿Qué sería de una enorme contingente de nuestros viejos sin el pilar solidario? Bachelet tuvo la valentía de mirar a los abandonados del sistema y arbitró las medidas, para ofrecerles, al menos, un piso de dignidad.
La preocupación por las condiciones sociales de las mayorías, es un sello distintivo de Bachelet y se ejemplifica de manera clarísima en el ya citado Pilar Solidario Previsional.
Tercero, se atrevió a cuestionar el modelo. Las reformas estructurales, con todas sus complicaciones de orden y tiempo, representan la esperanza de un mejor Chile para las grandes mayorías. Ha sido la Presidenta Bachelet quien enfrentó la obligación de decir que ya bastaba de maquillar un sistema abusador y elitista, para proponerse encarar su transformación, incluyendo la necesidad de una nueva Constitución.
Ciertamente se deben revisar y perfeccionar mecanismos y bases técnicas. Pero, la ruta está trazada y ahora corresponde defenderla.
Un “Bonus Track” que no podemos dejar de destacar: se acabó el sistema bi-nominal.
La historia, estoy segura, será más que benévola con nuestra Presidenta. La distancia permitirá apreciar, con mayor nitidez, su sólido aporte al esfuerzo por hacer de Chile una nación más igualitaria, democrática y justa.