Cada año, poco después de terminadas las celebraciones de la Fiestas Patrias, Valparaíso debe prepararse para ser asiento de una nueva fiesta; «El carnaval de los Mil Tambores», el cual congrega a más de cien mil visitantes en el puerto principal y que en el pasado nos ha dejado amargas experiencias y tristes postales de excesos, obscenidades y daños a la propiedad privada.
Ante esto, como hijo ilustre de Valparaíso, me surgen algunos comentarios:
En primer lugar; ¿A quién beneficia esta actividad? Consideremos, pues, que este festival es organizado por una corporación privada, con recursos municipales, y con un fuerte rechazo de vecinos que deben lidiar con la inseguridad, insalubridad y vulneración a su paz.
Por ello, este carnaval no es una actividad que haya nacido por y para los vecinos de Valparaíso, sino que por una organización privada y para los forasteros que vienen al puerto por 3 días a divertirse en una ciudad en la que no parece haber reglas.
De esta forma, si no beneficia a los vecinos de Valparaíso, ¿Por qué se autoriza?
Recordemos que nuestras autoridades locales y regionales tienen el mandato de garantizar los derechos a sus ciudadanos, consagrando su ejercicio y evitando futuras vulneraciones.
Paradójicamente, tanto la organización del evento como la Gobernación de Valparaíso han aprovechado resquicios legales para evitar asumir sus eventuales responsabilidades frente a los daños que pudiesen ocasionar los asistentes a este evento. Así, la Gobernación de Valparaíso, a través de los vacíos que la institucionalidad permite, elude el deber de defender a los porteños de un evento que vulnera su paz y seguridad.
Por otro lado, la actual administración Municipal, liderada por Jorge Sharp, es la principal garante de los habitantes de Valparaíso y que, lamentablemente, ha adoptado una tibia postura, carente de liderazgo, y que hace oídos sordos a la mayoría ciudadana que se opone a este evento.
Todo esto para satisfacer a la organización, a las personas que representa y a los miles de visitantes vienen a usar los espacios públicos como bares y baños por 3 días.
Finalmente, recordemos que nuestra ciudad está en una constante lucha por mantener su aseo y ornato, la cual se ha convertido en una problemática de salud pública gatillada por la escasez de recursos, el surgimiento de microbasurales y la ingesta de alcohol indiscriminada en nuestros espacios públicos. Lo que se ve agravado por las 300 toneladas de basura que nos hereda este festival anualmente.
De esta forma, junto a los vecinos y comerciantes porteños somos categóricos; Valparaíso no resiste otro “Mil Tambores”.