jueves, abril 25, 2024

Jorge Arrate apoya a Sánchez por críticas a mediático ex ministro de Pinochet y aprovecha de darle duro a Guillier

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Este domingo el histórico dirigente del Partido Socialista, Jorge Arrate, publica una carta en el vetusto Mercurio en la reflota el concepto de «cómplices pasivos» de la derecha a raíz del round Beatriz Sánchez con el ex ministro de Pinochet y amigo de Piñera: Sergio Melnick: «No resulta extraño que desde los sectores de derecha agrupados en las candidaturas de Piñera y Kast se haya intentado desfigurar y condenar la postura de la candidata del Frente Amplio. Su actitud no llama la atención. Se trata de un contingente donde abundan los cómplices pasivos de la dictadura».

No es la primera vez que Arrate sale en apoyo de la periodista, por ejemplo el pasado 15 de julio en entrevista con CNN Chile dio: «Beatriz Sánchez es la única que puede llegar a los votantes dormidos».

«Beatriz Sánchez no, le guste o no a la alta dirigencia política. En este caso, ella ha planteado una nueva mirada para el diálogo político durante una campaña presidencial: no legitimará a dirigentes de la dictadura como personajes admisibles en el debate democrático. Está en su derecho», explica en su misiva el ex ministro Arrate.

Pero Arrate aprovecha su reflexión para ensalzar a la candidata del Frente Amplio y le enrostra al candidato Alejandro Guillier su ambigüedad: «Sánchez, guste o no a sus adversarios, propone otro sello, otra forma de enfrentar la verdad, otro ciclo de vida democrática, más auténtica, participativa y digna».

Texto completo de la carta titulada: «Las libertades y Beatriz Sánchez:

La decisión de Beatriz Sánchez de no participar en un programa de televisión donde actúa como panelista un ex ministro de la dictadura militar ha suscitado polémica.

No resulta extraño que desde los sectores de derecha agrupados en las candidaturas de Piñera y Kast se haya intentado desfigurar y condenar la postura de la candidata del Frente Amplio. Su actitud no llama la atención. Se trata de un contingente donde abundan los cómplices pasivos de la dictadura. Y donde también militan cómplices activos, como lo fue un ministro de toda confianza del dictador y -¡qué duda cabe a estas alturas!- algunos encubridores y autores. Un diputado varias veces reelegido, el señor Rosauro Martínez, está desaforado precisamente porque se le juzga por violaciones a los derechos humanos.

Lo sorprendente es la reacción que proviene desde segmentos políticos que no formaron parte del conglomerado de cómplices, encubridores y autores que apoyaron y se cobijaron en el régimen pinochetista. Tal es el caso de los comentarios del columnista Sergio Muñoz, aparecidos ayer en forma destacada en la página de «Opinión» de «El Mercurio», y las declaraciones formuladas por el candidato Alejandro Guillier.

El primero, en estilo sibilino, encadena una serie de afirmaciones propias, en la forma de preguntas, para presentar una suerte de faceta liberticida de Beatriz Sánchez. Él está consciente de su propia manipulación y se siente obligado a decir: «Quizás Beatriz Sánchez no tuvo la intención de ir tan lejos. Quizás no tiene malas intenciones». Una penosa forma de cubrirse las espaldas.

Todas las coaliciones se fundan en coincidencias y puntos de vista distintos, y ninguna -menos aún la Nueva Mayoría- podría atribuirse la potestad de juzgar a las demás. Precisamente en esta materia, mientras Muñoz y Guillier adoptan una postura crítica de Beatriz Sánchez, el diputado comunista y miembro de la Nueva Mayoría Daniel Núñez ha procedido a denunciar al canal que cobija al señor Melnick acusándolo de violar la ética periodística.

Alejandro Guillier ha sido más cuidadoso: «Uno tiene que escuchar a todos los sectores». Es una recomendación razonable, pero no significa para nada que uno deba necesariamente participar en un programa de televisión con un ex ministro de la dictadura. Agrega: «Soy más abierto en eso, a nunca negarme a un diálogo». Ya sabemos que Alejandro Guillier es más maleable en sus posturas políticas. La ciudadanía debiera ya saberlo: Guillier es una candidatura de continuidad, continuidad de virtudes y defectos, pero nada más que continuidad.

Beatriz Sánchez no, le guste o no a la alta dirigencia política. En este caso, ella ha planteado una nueva mirada para el diálogo político durante una campaña presidencial: no legitimará a dirigentes de la dictadura como personajes admisibles en el debate democrático. Está en su derecho. No coarta la libertad de nadie, no amordaza a nadie, no pretende acallar a nadie. Se trata de una decisión personal en cuanto candidata: quiere hacer un gesto que indique a la ciudadanía que no desea ser parte de entendimientos opacos o de gestos ocultos con el mundo de aquellos que tienen responsabilidad directa o responsabilidad política en los actos repudiables que ejecutó la dictadura.

Ya en el siglo XXI, nuevas generaciones políticas no aceptan el silencio ni el secreto infundado, la negativa a transparentar la verdad, la aceptación como individuos dignos de aquellos que no lo fueron y que merecen una condena política y, en muchos casos, judicial.

Sánchez, guste o no a sus adversarios, propone otro sello, otra forma de enfrentar la verdad, otro ciclo de vida democrática, más auténtica, participativa y digna», sentencia Jorge Arrate.

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