Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Kentucky y de la Universidad Commonwealth de Virginia demuestran que conducir podría retrasar el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento.
Esto quiere decir que la actividad mental que supone conducir puede ayudar a retrasar el deterioro que la vejez supone a largo plazo.
Aunque muchos lo tengan automatizado, conducir requiere un esfuerzo mental en el que influyen la atención, procesamiento visual, procesamiento auditivo, memoria y habilidades motoras.
El cuerpo tiene que controlar diferentes extremidades: manos en el volante y en la palanca de marchas, los pies pendientes del acelerador, embrague, freno… Todo esto ejercita mucho el cerebro.
Sin embargo, esto es solo aplicable a personas que se vean seguras capaces de conducir, pues los miedos al volante pueden producir distracciones y, por lo tanto, fallos en la conducción.
Fuente: Esquire