Un implacable Roger Federer aplastó el domingo al croata Marin Cilic por 6-3, 6-1 y 6-4 y se convirtió en el primer hombre en ganar ocho veces el título de Wimbledon en individuales, cinco años después de obtener su séptima victoria.
El maestro suizo, que disputaba su undécima final en Wimbledon, tuvo algunas dificultades al principio del partido, pero a partir del quinto juego del primer set, la final tuvo un dominador claro.
Federer, padre de cuatro hijos, ganó el título a falta de 23 días para cumplir 36 años, convirtiéndose en el hombre de más edad que gana el torneo individual en Wimbledon en la era profesional, lográndolo además sin ceder un set en todo el torneo.
El grand slam londinense continuó el remarcable renacer de Federer que volvió a las pistas en enero tras seis meses de ausencia para ganar el Abierto de Australia, poniendo cinco año de espera para ampliar su palmarés a 18 títulos de grand slam que muchos pensaban ya imposible de alcanzar.
Ahora ya acumula 19 y parece capaz de elevar el palmarés.
«Tengo que tomarme más tiempo de descanso», bromeó Federer ante la mirada de sus hijas Myla Rose y Charlene Riva, que estaban en las gradas cuando derrotó a Andy Murray en la final de 2012, y sus gemelos Leo y Lennart, que no habían nacido. Hoy los cuatro veían a su padre besar un trofeo que ganó por primera vez en 2003.
«No ceder un set es mágico, aún no puedo creerlo, es demasiado. Se trata de creer que puedo alcanzar tales cotas. No estaba seguro de poder volver a jugar otra final aquí. Pero siempre he creído que quizá volvería y lo conseguiría otra vez».
Para Cilic, cuarto cabeza de serie, su primera final se convirtió en una pesadilla retransmitida a cientos de millones de personas en todo el mundo. Sus piernas parecían pesadas, no tenía las ideas claras y por momentos parecía a punto de tirar la toalla, rompiendo a llorar con 0-3 en contra en el segundo set.
«A veces es cruel, y él es un héroe así que enhorabuena por un torneo maravilloso», dijo con generosidad Federer, cuyas lágrimas fueron de alegría. «A veces no te sientes bien en la final y es cruel», apuntó.