El regreso del cantante a la ópera madrileña ha causado enorme expectación desde el primer momento. Las entradas para el concierto se agotaron casi al instante de ponerse a la venta y en los minutos previos a su desembarco escénico se palpaba en el ambiente un inequívoco entusiasmo. Además, la gira “Hijos del Mar” llegaba al Universal Music Festival 2017 más que rodada.
Desde el principio, hemos comprobado la fuerte apuesta del almeriense por un cambio en su espectro sonoro. Las plantillas electrónicas de corte urban, los arreglos de aire disco-funk, las rágafas de subgraves o los riffs de teclados de inspiración EDM se integran sin estridencias en las canciones más antiguas de su repertorio. Las posibles distancias entre temas como “Fiebre” y “Como será” se acorta y el espectáculo –un derroche en el apartado luminotécnico– tiene una coherencia completa. Súmenle el generoso repaso efectuado a la mayoría de los hitos que jalonan su exitosa trayectoria y háganse a la idea de lo que hemos podido disfrutar.
David Bisbal domina el espacio escénico a su antojo. Y su público, siempre fiel, siempre entregado, contribuye a que el show camine con soltura desde el primer acorde. Se ha dirigido al público en varias ocasiones. Para recordar cómo nació “Lo tenga o no”, para hacer un breve guiño al pueblo de Venezuela, para insistir en lo mucho que quiere a sus seguidores o, simplemente, para avisar de que en sus conciertos no hay tregua.
Ha estrenado la canción “Todo es posible” –tema central de “Tadeo Jones 2”–, invitando al escenario a la jovencísima cantante argentina Tini Stoessel. Ha cumplido el sueño de cantar con Miguel Poveda –apoteosis completa– la sentidísima “Mi princesa”. Y también ha convocado a su extraordinaria banda en el centro de la escena para atacar un medley acústico formado por “Como la primera vez”, “Esta ausencia”, “Amar es lo que quiero” y “24 horas”. Su esencia como baladista no solo permanece, sino que se ha depurado para obsequiar un abanico de matices reservado a los grandes intérpretes.
El tramo final del concierto ha sido un completo venirse arriba y ha confirmado la deriva urbana de su sonido. “Lloraré las penas” se nos ha aparecido completamente renovada. “Torre de Babel” –otro de los momentos para el recuerdo– ha mostrado una riqueza rítmica envidiable y “Ave María” ha multiplicado su contundencia sin renunciar al gancho melódico que la caracteriza. Emocionado, no era para menos, Bisbal ha ofrecido otro medley como bis, provocando el delirio de los fans y ratificando su idilio con el Teatro Real.