Según Forbes, la firma de inversión Guggenheim Partners LLC, cofundada por el magnate estadounidense J. Todd Morley, pagó 16 millones de dólares (14, 5 millones de euros) por Bonds Cay, una de las joyas naturales de las Islas Berry (Bahamas).
En 2006, cuando se cerró la operación inmobiliaria, este trozo de cielo en la tierra –222 hectáreas de frondosa vegetación y playas casi vírgenes a 240 kilómetros de Miami– se convirtió en el refugio preferido de estrellas de la música como Shakira, Alejandro Sanz, Miguel Bosé o Roger Waters.
El empresario Antonio de la Rúa, hijo del ex presidente argentino Fernando de la Rúa y exnovio de Shakira, fue el artífice de que Bonds Cay se ganara un lugar en la lista de los destinos VIP de los ricos y famosos. De la Rúa, socio de J. Todd Morley en el fondo de inversión G2 Investment Group, se dedicó durante años a la producción de eventos en vivo y tuvo un papel clave en la negociación del contrato millonario entre su entonces novia y Live Nation, la promotora de los conciertos de U2, Madonna, Jay Z o Lady Gaga.
Hace pocas semanas, Roger Waters, ex bajista de Pink Floyd, pasó unos días de relax en Bonds Cay después de su última gira. El artista ha aprovechado esos baños de sol y playa privada para descansar y preparar su autobiografía, unas memorias que anunció en 2015 y que todavía no tienen fecha de publicación. Shakira también sacó provecho de sus estadías secretas allí para escribir algunas de sus canciones.
Aunque algunos medios publicaron que la cantante colombiana era una de las inversoras de Bonds Cay, lo cierto es que nunca tuvo acciones en el proyecto y no ha vuelto a la isla desde su ruptura con De la Rúa. El año pasado veraneó a pocos kilómetros de allí, en un hotel de lujo en Nasáu, con el futbolista Gerard Piqué y sus dos hijos.
El plan original de los propietarios de la isla era construir un resort, pero la crisis financiera de 2008 frenó el proyecto turístico. Ahora, según ha podido confirmar Vanity Fair, Bonds Cay Company Ltd., la promotora de la ínsula fundada por Antonio De La Rúa, Todd Morley y Guggenheim Partners, está estudiando resucitar el atolón con un hotel ecofriendly a imagen y semejanza del Nomade de Tulum (México), un complejo de 35 cabañas con impronta boho-gypset: albornoces y sábanas de algodón egipcio, clases de yoga y desayunos en una mesa comunitaria donde todos los huéspedes deben comer juntos.
Condé Nast Traveller ha incluido al Nomade, obra del arquitecto Sebastián Sas, entre los mejores de 2016. Y Sas también podría ser el autor de las “casitas” deluxe en Bonds Cay. ¿El precio por una noche en el paraíso? Tan secreto y exclusivo como sus huéspedes.
Fuente: Vanity Fair