Los resultados definitivos de la primera vuelta indican que Macron ganó con el 24,01%, seguido de cerca por Le Pen, quien obtuvo el 21,4%, además de una tasa de abstención del 22% en el proceso. Podríamos decir que los electores franceses, como es su costumbre para las elecciones presidenciales, cumplieron con su deber republicano. Ambos candidatos participarán de la segunda vuelta del próximo 7 de mayo, que según indican los primeros sondeos, pondrían a Macron como el próximo presidente de Francia. Pero nada está dicho aún, y estos resultados marcan un antes y un después, aunque con matices.
Esta es la primera vez que los candidatos de los partidos tradicionales, de la derecha e izquierda, no pasan a la segunda vuelta. Por un lado, Fillon, quien representó a los republicanos, ex UMP, el histórico partido de De Gaulle y Chirac; y por el otro, Hamon, candidato del partido socialista, del actual presidente François Hollande quien, por primera vez en la Quinta República, no se presentó a la reelección. Esto es un cambio importante, transcurridos más de 60 años de la llegada al poder de De Gaulle en 1958.
La conclusión inicial, es la evidente pérdida de poder de los partidos tradicionales. Esto se hace más notorio en el caso del Partido Socialista, no así para la derecha. En el caso de Fillon, es este quien resulta como perdedor, más que el partido al cual representaba. La causa radica en los problemas por el uso ilegal de dinero público y el empleo fáctico de su esposa como asistente parlamentaria, entre otros. En las próximas elecciones parlamentarias se verá el repunte de los republicanos.
La segunda, es el castigo a las políticas implementadas por el último gobierno. Hollande ganó la elección del 2012 al presidente Nicolas Sarkozy, pero su gobierno no se diferenció de las políticas implementadas por su antecesor, lo que no fue bien visto por sus electores, quienes se volcaron a votar por una izquierda más radical, representada por Jean-Luc Mélenchon. La situación actual crea mucha incertidumbre, pues Mélenchon no indicó, hasta ahora, por quien votará en la segunda vuelta.
Una tercera conclusión es que Francia se radicaliza. Si la presencia de Marine Le Pen en la primera vuelta no es una novedad, la irrupción de Mélenchon con casi el 20% de los votos sí es una señal de cambio. Sus electores pertenecen a la izquierda, que no se reconoce en las políticas del oficialismo. Sus fundamentos son del movimiento de los indignados. Mélenchon fue el único candidato que presentó propuestas sobre el cambio climático, además de aumentar su votación desde el 11% obtenido el 2012 a casi un 20% en la reciente elección.
Mélenchon representa a una parte importante de la sociedad francesa que no acepta los excesos de la globalización, del liberalismo salvaje y de los excesos de las normas europeas. Sus raíces electorales están en las zonas controladas históricamente por el Partido Socialista, pero también lo están en el sureste del país, que a su vez comparte con el Frente Nacional, la tierra de los jubilados al sur y de los obreros en el noreste.
Francia se está radicalizando, pues al otro extremo político del movimiento de Mélenchon, se encuentra el Frente Nacional de Le Pen, la que confirma su plataforma electoral en los territorios del noreste (anteriormente, zonas obreras controladas por el Partido Comunista) y, de manera generalizada, en la Francia rural. Por ejemplo, en Normandía, zona de tradición campesina, donde el electorado era tradicionalmente de la derecha gaullista, aparecen focos de extrema derecha. Esto se interpreta como un rechazo a la implantación de las normas europeas, a la desaparición del tejido rural, y en algunas zonas, al rechazo de la inmigración.
Si bien Marine Le Pen esperaba alcanzar el 30%, lo que se traducía en la mejor performance del Frente Nacional, igualmente deberán confirmar ese 21,4% que obtuvo el pasado 23 de abril, pero en las próximas elecciones parlamentarias. Asimismo, está por verse si el Frente Nacional aumenta su votación. Se espera que para la segunda vuelta, una parte del electorado de Fillon — 33% según los sondeos — votará por Le Pen.
Tengo algunas amistades que me han confirmado esta opción, amigos que votaban tradicionalmente para la derecha gaullista. Esto se debe a la sensación de impotencia respecto a los gobiernos de derecha e izquierda que han gobernado Francia en la última década, y que han resultado inútiles a la hora de luchar en contra de los efectos de la globalización y en proteger a los ciudadanos en un contexto muy difícil de terrorismo, confirmado por la serie de atentados en el último tiempo.
Francia se derechiza, es la cuarta conclusión. La casi desaparición del candidato del Partido Socialista es la muestra evidente, votos que se fueron hacia la izquierda más radical. Esto no es algo nuevo, Francia desde un punto de vista estrictamente histórico nunca fue un verdadero país de izquierda, la propia revolución francesa se transformó rápidamente en una revolución burguesa. Francia siempre ha sido un país de derecha con ideas de izquierda.
Terminada la Segunda Guerra Mundial, el socialismo gobernó solamente 10 años, en la llamada ‘era Mitterrand’, desde 1982 hasta 1992. Lo que sí es nuevo, es la orientación más amplia y marcada hacia la ultra derecha. Las elecciones parlamentarias del próximo 7 de mayo van a ratificar esto. Lo complejo para Macron, si es que gana la segunda vuelta, es que deberá gobernar con esta tendencia.
La quinta conclusión es el arribo al poder de una nueva generación. Macron tiene 39 años y es el más joven desde Napoleón III. Además, no tiene ninguna experiencia previa en elecciones. Su primer cargo público fue el de ministro de Economía de Hollande. Se ubica políticamente en el centro, con ideas provenientes tanto de la izquierda como de la derecha. Es un liberal, ex banquero.
Esto demuestra la voluntad de cambio exigido por el electorado francés. En el lapso de un año, este conformó un movimiento político, lo que no es casual. Hoy, tiene muchas posibilidades de ganar en la segunda vuelta a Marine Le Pen. Los sondeos le otorgan el 60% de las preferencias. Pero su gobierno no será tan fácil, pues contará con un parlamento mayoritariamente de derecha y una izquierda más contestataria.
En mi opinión, la segunda vuelta no debe presentar dificultades para la elección de Macron. El problema radica en las próximas elecciones parlamentarias, donde visualizo una ola de derecha. Asimismo, terminado su mandato en 5 años más, de seguro seremos testigos de una confirmación de una Francia radicalizada entre dos polos. Vienen tiempos difíciles si los políticos no suavizan sus maneras de gobernar frente la ciudadanía, ni tienen en cuenta los problemas de fondo, como las consecuencias del cambio climático y las amenazas del terrorismo y del fundamentalismo religioso, sea católico, evangélico, musulmán o de otro origen.