Aunque se las conoce por ser peligrosas, la compasión de los vecinos por el animal fue mayor que su miedo. También saben que esta serpiente evita las confrontaciones con humanos en todo lo posible, así que debía estar muy sedienta para entrar en un pueblo.
Así que comenzó la operación de rescate. Primero, un hombre agarró la cola de la cobra para evitar que atacara a quien le iba a dar agua. El rescatador se puso frente a ella y la salpicó con agua por la cabeza para refrescarla. Luego, extendió la botella de agua para que la cobra bebiera, y la magia ocurrió: ¡se puso a beber!
Mientras intentaba darle agua, el hombre sostenía un atrapaserpientes para protegerse por si la cobra decidía atacarle. Por suerte, todo salió bien. Luego la serpiente fue llevada a unas instalaciones de cuidados animales.