lunes, noviembre 25, 2024

La ficción de todos contra todos

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Carlos Huneeus, cientista político muy emulado por sectores progresistas desde que publicó su último libro La Democracia Semisoberana, decía que la primera vuelta del año 2005 era la primaria de la derecha para la elección del 2009, porque aquella elección, donde Lavín y Piñera se enfrentaban a Michelle Bachelet, ambos la daban por perdida. Agregaba el profesor universitario que la finalidad de la derecha al presentarse dividida era fortalecer su plantilla parlamentaria, pues esto se «conseguía mejor con un candidato presidencial propio que con uno común».

El tiempo le dio la razón a Huneeus. Esa vez, como era lo previsible, Bachelet ganó la elección presidencial, Piñera —que se impuso a Lavín— fue el candidato del sector en 2009, y, además, logró que en la parlamentaria de 2005 su partido, Renovación Nacional, obtuviera 19 diputados impidiendo así que la UDI, su contendora, lo fagocitara.

Desde entonces Huneeus ha cambiado de opinión, aunque los datos de la realidad siguen siendo los mismos y su libro no ha dejado de proporcionar fundamentos políticos para un gobierno de mayoría sostenido en una coalición de centroizquierda. Ahora el exdiplomático piensa que el próximo mes de noviembre debería ser el escenario para una batalla de todos contra todos. Todos los presidenciables contra todos los presidenciables en primera vuelta sin pasar por primarias. Todos los partidos contra todos los partidos sin necesidad de pactos. Después se verá qué hacer para encarar una segunda vuelta. Él supone que habrá voluntad y condiciones para un consenso de gobierno.

Sin embargo, Huneeus no explica cómo es que RN y la UDI no insistieron en dividir sus fuerzas en 2009 y 2013, sino que, por el contrario, primero se unieron en torno a Piñera y, después, detrás de la candidatura de Matthei luego de haber participado en primarias. Tampoco aclara cómo un voto político de la Junta Nacional DC a favor de la primera vuelta y de una lista parlamentaria exclusiva, podrá arrastrar a todo el sistema de partidos, a la sazón 33 constituidos, a hacer lo mismo. Y no da luces acerca de cómo, tras esta madre de las batallas, los heridos podrán ponerse de acuerdo en el tiempo que media desde noviembre a diciembre, para concordar un gobierno distinto del «aventurerismo» que le imputa a la candidatura de Guillier.

No hay respuestas políticas.

Todo indica que la imaginación sociológica, tan fecunda en el estudio de la dictadura y de la transición democrática, parece haber abandonado el diseño de escenarios cuyo principal requisito es su verosimilitud.

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