El columnista y rector de la Universidad Diego Portales, Carlos Peña, se lanzó con todo contra el diputado por Magallanes, Gabriel Boric, cuestionando el viaje que hizo junto a su familia a la isla Lenox para brindar un homenaje a sus antepasados.
En su habitual columna en El Mercurio, Peña señala que la más antigua e intuitiva regla del comportamiento correcto apunta a tratar a los demás como quisieran que te trataran a ti o “espera que los demás te traten como tú los tratas a ellos”.
En ese sentido, sostiene que “desde el punto de vista conceptual, se trata de un mandato de reciprocidad: imagina que eres todos los hombres y considéralos del mismo modo que esperarías te consideraran a ti. Aplicada a un individuo en particular, significa que él consideraría correcto se le tratara de la misma forma que él trata a otros”.
Después explica que dicha regla viene al caso a propósito del viaje familiar del diputado Boric, añadiendo que “el diputado Boric -con toda razón en la mayoría de los casos- ha criticado a sus pares cada vez que advierte en ellos un aprovechamiento de su propia posición institucional, un conflicto de interés o un abandono, siquiera leve, de sus deberes. La regla de oro indica que él no debe sorprenderse, ni molestarse, cuando sus colegas o la opinión pública hacen lo mismo con él”.
“Según se reveló, el diputado Boric viajó, en conjunto con un gran número de miembros de su familia, a la isla Lenox a homenajear a uno de sus antepasados. El acto no tiene, en sí mismo, nada de reprochable, y por el contrario, es encomiable: un sentido de la pertenencia y gratitud familiar tan extendido y tan antiguo, es hoy por hoy más bien escaso”, meciona.
Sin embargo, el académico precisa que el problema radica en que “el diputado Boric y su familia hicieron el viaje en una embarcación de la Armada de Chile entre cuyos deberes y funciones no se encuentra, por supuesto, la celebración de actividades familiares”.
“Una vez que la situación fue denunciada por un periódico electrónico -El Muro-, el diputado Boric dio las explicaciones del caso. La familia habría, simplemente, aprovechado un viaje habitual que la Armada hace a esa zona, de manera que el viaje no significó un gasto adicional para el Estado. La Armada, por su parte, con calculada ambigüedad, dijo que el buque no había sido puesto «exclusivamente a disposición de la familia». Y agregó: «La Armada apoyó, pero todo esto circunscrito al apoyo logístico que se hace regularmente a la isla y a las Alcaldías de Mar repartidas en la zona»”, argumenta.
Peña agrega que “salta a la vista lo inadecuado de esas explicaciones. Tanto la del diputado, como la de la Armada. La del diputado, desde luego. No es relevante -como él arguyó- que el viaje no haya significado un gasto adicional para el Estado, lo relevante es si en este caso se hizo uso de una posición de poder (de la familia o del diputado, poco importa) para tomar ventaja de un bien estatal. ¿O acaso cualquier vecino podría convencer a la Armada de trasladar a su familia a una conmemoración privada? Tampoco es relevante si la familia hubiera pagado por el viaje. El diputado sabe que pagar por un bien, al que la generalidad no tendría acceso, no anula un privilegio, sino que lo confirma. (¿No es eso lo que se alega en educación?)”.
Asimismo, también cuestiona la explicación de la Armada, afirmando que “es verdad que la Armada presta apoyo logístico a las islas; pero es obvio, y no vale la pena negarlo, que un homenaje a un ancestro familiar (o cualquier otro propósito privado) no es de aquellos incluidos en los deberes de esa institución (como alguna vez lo declaró de manera explícita e inequívoca la Contraloría General de la República en el dictamen 062512N08). La Armada, sencillamente, violó ese dictamen”.
El rector de la UDP sostiene que “la explicación de la Armada y la del diputado Boric son pueriles y eluden el verdadero problema; un problema del que tanto se ha quejado la sociedad chilena el último tiempo (alentada, entre otros, por el propio diputado Boric): el privilegio, la preferencia para el empleo de bienes públicos, la ventaja inmerecida, la explicación vaga. Y la regla de oro (haz lo que esperarías que los demás hicieran) obliga ahora al diputado Boric a reconocer el error que cometió o en el que el entusiasmo de su familia por homenajear a un ancestro, sumado a la increíble liviandad de la Armada, lo envolvió”.