El sector de la salud en Chile está pasando por una transformación hacia lo digital, donde los esfuerzos puestos en la modernización de la red asistencial son un claro ejemplo de ello. Ésta busca consolidar para 2020 una atención médica conectada, con movilidad de los médicos y asistencia remota, y una ficha electrónica e historia médica compartida entre los distintos prestadores públicos a nivel de consultorios y hospitales.
La aspiración de la implementación del proyecto Sidra 2.0, se ha visto afectada por la falla de seguridad en el sistema, donde quedaron revelados datos sensibles de los pacientes en más de tres millones de archivos, lo que llevó a las autoridades a replantearse si efectivamente se lograba resguardar la información. La tarea aquí es clara: cuando la tecnologización de la salud representa una urgencia, es necesario pensar en una estrategia integral, donde la seguridad es esencial.
Para esto existen una serie de precauciones que hacen que los datos no sean susceptibles a pesar de que se encuentran en la nube. Por ello, virtualizar la información es un paso clave, ya que ésta no queda almacenada en los dispositivos, sino en el datacenter. Esto también es vital para tener los datos resguardados, consolidados y accesibles ante situaciones que pongan en riesgo la continuidad de la operatividad del hospital. Además permite también monitorear quién accede a los datos y tener control sobre cómo se utilizan.
Por otra parte, la movilidad es una tendencia que ya está presente al interior de las instituciones de salud. En el caso del uso de los dispositivos móviles por parte de los médicos para el monitoreo de los pacientes, existen tecnologías especiales para gestionar su acceso y garantizar la seguridad de los datos. Incluso, permiten eliminar el acceso a la información si el dispositivo se pierde o si el médico deja de trabajar en la institución.
Es necesario que las instituciones internalicen la vulnerabilidad asociada al desarrollo tecnológico, integrando desde el principio herramientas necesarias para la gestión contra riesgos informáticos. El ejemplo del plan Sidra 2.0 plantea la necesidad de una estrategia nacional de ciberseguridad, con principios y lineamientos relativos a la seguridad de la información que se recomienda a las infraestructuras y servicios del Estado. Tomar conciencia respecto de una planificación integral que considere este aspecto como un pilar esencial para el éxito del sistema es la tarea más inmediata.