Donald Trump le declaró la guerra al partido Republicano, acusándolo de torpedear su campaña. Tachó de grosero al senador John Mc Cain (candidato presidencial en 2008) y de desleal a Paul Ryan, presidente de la Cámara de Representantes, y uno de los principales líderes del partido de Trump, quien temeroso de que los republicanos pierdan no sólo las llaves de la Casa Blanca, sino también la mayoría en el Congreso, decidió no continuar apoyándolo. No olvidemos que el 8 de noviembre se elige además del presidente a todos los representantes (diputados) en el Congreso y un tercio del Senado.
La decisión de Ryan de dejar de hacer campaña por Trump, llegó luego de un fin de semana, marcado por la retirada de apoyos de los republicanos a su propio candidato, impactados por la filtración de un video de 2005, en el que Trump habla de un modo agresivo sobre las mujeres y como tratarlas, en una conversación con un alto contenido sexual. Cuando se le consultó en el segundo debate sobre este tema, Trump señaló que era una conversación “masculina; de camarines,” de la que se arrepentía, pero que no tenía mayor trascendencia.
Pero dicha explicación no fue acompañada de un intento de conciliar posiciones al interior del partido, lo que habría sido lógico, por el contrario, las críticas que surgieron de los conservadores cuestionando las expresiones de su candidatos, se enfrentaron con violentos Tuits que se han ido sumando en una espiral de descalificaciones incendiarias y palabras gruesas, que pueden ser aplaudidas por sus bases más fieles , pero que pueden espantar a los votantes moderados o a los tradicionales del partido, al que está obligado a conquistar si pretende tener alguna posibilidad en la carrera presidencial.
Y peor aún, esto puede generar un efecto dominó en los votantes republicanos, que les hagan pagar el costo de haber llegado con un candidato de este tipo, y dar su apoyo a los demócratas en el Congreso.
Así es que Trump al borde de la ruptura con su formación, liderando una guerra civil ha llevado a los Republicanos a una de las peores crisis de su historia reciente. Acusó a sus compañeros de partido de “desleales” y advirtió que “ahora se siente liberado de los grilletes que lo ataban al partido”. Todo indica que no va a dar pie atrás, ya que Trump siempre ha asumido que llegó a esta posición, no con el respaldo de su colectividad, sino a pesar de ella. Y es posible, que en eso tenga razón.
La candidatura de Trump, se ha transformado en una “papa caliente” y los líderes del partido que le dieron el respaldo en la convención republicana deberán asumir los costos de su decisión. Ya de hecho lo están haciendo, mientras Trump desafiantes envía un Tuits en donde señala que él “les va a enseñar a ganar” y que ahora sin grilletes tendrá la libertad de enfrentar a la élite republicana. Mientras Hillary aumenta su ventaja, el irascible candidato apunta sus dardos a las cúpulas de su partido.