También reportajes como este de El País Semanal, sobre un cuartel de disciplina militar anti-Internet en China para adolescentes, en el que un psiquiatra y coronel llega a afirmar que «la adicción a la Red provoca en el cerebro problemas similares a los derivados del consumo de heroína; destruye las relaciones sociales y deteriora el cuerpo”.
Tú no llegas a esos extremos, pero ahí estás, mirando Facebook nada más abrir un ojo por la mañana; metiéndote en Instagram y en Twitter antes de lavarte los dientes; dándote un voltio por Tinder y Snapchat mientras tomas el desayuno. Y ese pensamiento, que de tanto en tanto te reviene:
Si crees que sí, que la hiperconexión te provoca estrés o decaimiento, que te aísla y afecta de forma alarmante a tu vida, consulta a un especialista. En este artículo sólo vamos a repasar algunos momentos anecdóticos en los que todos los que tenemos cuentas en redes sociales, en cierta manera, hemos podido caer alguna vez.
De la carta del restaurante, pides lo que mejor queda en las fotos. Luego, que esté rico o no, es completamente secundario. Quizá te apetecen unas lentejas, pero un plato morado tiene una fotaza. Y lo sabes.
Ves todas las películas con el móvil al lado. Quién quiere ver la última de Woody Allen sin poder tuitearla.
Si alguien te llama por teléfono, te entra la angustia vital. Lo de hablar es tan 2005… Sólo aceptas como excusa la muerte lenta y dolorosa de un familiar cercanísimo, lo demás, todo por Whatsapp #PORFAVOR.
El otro día tu madre te dijo una gracia y tú le respondiste con un LOL. Y tienes casi 40 años. LOL, mamá, LOL.
#Todo #en #esta #vida #se #puede #contar #con #un #hashtag. Y lo que no, es demasiado aburrido. Pero yo controlo.
Tu perro tiene cuenta en Instagram. Tu tortuga en Snapchat. Y las dos las has creado TÚ.
Actualizas las cuentas de tu perro y de tu tortuga ¡A diario!
Si Internet se cae, miras al cielo. Ha llegado el Apocalipsis (y no lo puedes tuitear). #MÁTAMECAMIÓN
er a los demás tan felices en sus muros te inspira para serlo tú aún más. Un día de estos alcanzarás la felicidad suprema. Y la compartirás en Snapchat.
Cada vez que aparece en tu muro un ex compañero de la U, te tiras tres días en modo ‘stalker’. Hace 20 años que no lo ves, apenas recordabas su nombre. Pero ahora ya sabes que es abogado, divorciado, padre de dos hijas, que ayer cenó baos y que este verano se lo pasó teta en Formentera. Y que está gordo y calvo. Todo en orden.
En serio: TODO EN ORDEN.
#YOCONTROLO
Fuente: Harper´s Bazaar España