Es una de las formas de transporte más eficientes en términos de ganancia tanto medioambiental como para la salud de quienes lo practican. Cada día son cientos de personas las que se trasladan por la ciudad en dos ruedas. Entre medio de los autos, por la precaria cicloruta del bandejón central de la Alameda o por sectores que cuentan con una buena infraestructura para las bicicletas, lo cierto es que son ya parte con más frecuencia del modo de vida urbano.
El incremento provoca también algunas medidas que buscan su regulación, en la medida en que se generan problemas de convivencia especialmente entre ciclistas y peatones.
Es frecuente encontrar en redes sociales reclamos por el uso de las veredas por parte de los ciclistas, en particular de personas que transitan con sus niños y que de improviso se encuentran con una persona montada en las dos ruedas que cruza a toda velocidad.
Esta realidad llevó a la Municipalidad de Providencia a estudiar una ordenanza que sanciona con una multa a los ciclistas hasta en 22 mil pesos por el uso de veredas, tal como se establece en la Ley de Tránsito.
La medida fue solicitada en julio por agrupaciones de peatones y adultos mayores de Providencia, quienes durante este mes se reunieron con la alcaldesa Josefa Errázuriz. Entre los argumentos destaca una medición hecha en horario punta acerca del uso de veredas en avenida Pedro de Valdivia, donde se contabilizaron entre 150 y 200 bicicletas. El número fue considerado un exceso.
En conversación con CNN, el experto en transporte terrestre no motorizado y miembro del movimiento “Furiosos Ciclistas”, César Garrido, dijo estar de acuerdo con la medida. De todas formas, recordó que varios tramos de ciclorutas están sobre las veredas, por ejemplo en avenida Pocuro, Antonio Varas y Providencia.
Sin embargo, puntualizó que la comuna cuenta con muy buenos tramos de vías para ciclistas. “Hay zonas que si ves un ciclista por la vereda, por ejemplo en Miguel Claro, hay que sacarle un parte no solamente porque no cumple con la vía, sino porque es tonto. Hay una buena ciclovía en Miguel Claro”.
Garrido recordó eso sí que se debe aplicar muy bien el criterio para lo cual puso algunos ejemplos. “¿Qué hago yo cuando voy con mi hija de cuatro años? Posiblemente vaya a una velocidad bastante baja, vaya por la vereda y vaya cuidando que a ella nadie la pase a llevar. Pero qué hacemos con un tipo de mi edad que anda haciendo deporte y que usa la vereda porque después de bajar el cerro se pone toda su armadura y se va rápido por la vereda. A ese hay que multarlo”.
Esto porque a juicio del experto, el tema no puede quedar a disposición de quien fiscalice, ya que si no se va a transformar en “una ruleta rusa”, advirtió.
“Resolver el tema pasa porque las calles sean seguras y sean transitables para todos los vehículos: bicicletas, automóvil, transporte público y de carga, apostar a una ciudad que permita la convivencia”, precisó.
Garrido agregó eso sí que Santiago ha mejorado en términos de acoger a la bicicleta como un sistema de transporte en la ciudad. “La accidentabilidad ha bajado un montón, brutalmente. Si bien hay un conflicto y el conflicto se ha movido de la calle a la vereda, en la práctica Santiago es hoy una ciudad mucho más segura que hace 10 años para pedalear”.