En entrevista con La Tercera, Ricardo Lagos Escobar indicó que a la crisis política se suma otra: la crisis de las instituciones, debido a que éstas están perdiendo legitimidad. «Y esto tiene que ver con la reacción de la ciudadanía ante la institución presidencial, ante el Parlamento, ante los jueces… Y no hablemos de los partidos políticos», indicó al matutino el ex mandatario. añadió que en términos de legitimidad «Creo que es la peor que ha tenido Chile desde que tengo memoria» «Lo que hay acá es una crisis de legitimidad asociada a una crisis de confianza. La ciudadanía no está confiando ni en las instituciones ni en los actores políticos», aseveró. «Oí decir que tal vez el próximo Parlamento, que ya no será elegido bajo el sistema binominal, pueda resolver esto. Me parece atendible»…»eso significa tener que esperar año y medio. Y yo no sé si el país aguanta año y medio con esta crisis», concluyó Lagos Escobar.
A continuación parte de la entrevista realizada al ex Presidente Ricardo Lagos Escobar por La Tercera:
-En un país tan presidencialista como el nuestro, ¿no diría que la iniciativa ante una crisis de esta magnitud debe venir de la Presidencia de la República?
Bueno, algo se ha hecho. La Comisión Engel fue una respuesta para sanear la relación entre el dinero y la política. Pero no todas sus propuestas se han implementado y varias incluso se han desdibujado. Fue un buen paso. Habrá quienes crean que es poco. Es un asunto opinable. Poco o mucho, cada gobierno es como es.
-Lo concreto es que seguimos en deuda en la parte política…
Es cierto que la crisis no se resuelve poniendo sólo un nuevo rayado de cancha en materia de dinero y política. De hecho, seguimos entrampados en problemas de captura del aparato del Estado por grupos de interés que pueden ser muy legítimos, pero cuya legitimidad termina cuando se hace a expensas del resto. Creo que en este plano tenemos tareas pendientes que hacer.
-En estos 18 meses tendremos dos elecciones.
Efectivamente, la municipal ahora y la parlamentaria y presidencial el año próximo. De algún modo, esta circunstancia hace que el problema sea más complejo. Tenemos una crisis política. Tenemos una crisis institucional. Mi impresión -puede haber otras percepciones- es que no estamos frente a una crisis económica declarada. Sin duda que estamos creciendo menos de lo que podríamos. Pero no nos estamos hundiendo. En el plano político e institucional, en cambio, el riesgo es mayor.
-Precisamente porque la ciudadanía lo percibe, y porque advierte un vacío objetivo de liderazgo, es que la campaña presidencial se está anticipando y tanto su nombre como el del Presidente Piñera comienzan a imponerse en la escena política, más allá de que efectivamente ustedes vayan a ser candidatos.
Yo lo pondría en los siguientes términos. En el caso de Piñera, pienso que incide mucho el hecho de que se acortara el período presidencial a cuatro años. Los presidentes perciben que les quedan muchas tareas pendientes y por eso tratan de volver. Aunque él diga que aún no lo ha pensado, somos varios los que creemos que él lo pensó incluso antes de abandonar La Moneda. Yo, en cambio, goberné por seis años y me fui con la sensación de que había sido suficiente. Las actividades que comencé a hacer después, pensando que los ex presidentes pueden ser figuras un poco molestas en el país, estuvieron enfocadas básicamente al exterior. Nada de lo que he hecho ha sido pensando en volver al poder.
-Como quiera que sea, el vacío de poder existe.
Pareciera haberlo. Algo le leí tiempo atrás a Eugenio Tironi a este respecto. Efectivamente, el horizonte presidencial se ha adelantado. Y también es cierto que hay quienes creen que yo podría estar en condiciones de enfrentar la elección. Dicho sea de paso, la reducción del período presidencial se produjo en mi mandato. A mí me gustaban los cuatro años, pero con reelección. El ministro Insulza, que fue quien llevó las negociaciones, me dijo después que la idea de la reelección no tuvo ninguna acogida. Y que incluso muchos pensaban que era un traje a medida para mí. Yo, que siempre tuve claro que fui elegido por seis años sin reelección, mal hubiera podido repostular. Yo estaba pensando en reelección para el mandato siguiente, no para el mío, obviamente. Al final, la fórmula terminó en cuatro años sin reelección, con lo cual se hacía coincidir el mandato con la renovación del Parlamento, lo cual es positivo. Cuando eran seis años, sólo cada dos mandatos los presidentes podían partir gobernando con Congreso nuevo. Ibáñez, que comenzó a gobernar en noviembre, tuvo parlamentarias en marzo y sacó la mitad del Parlamento. Frei tuvo la misma suerte. Ni Alessandri ni Allende tuvieron esa ventaja. Pero esto es otra historia.
-¿Cree que haya que esperar a la elección municipal para tomar su decisión?
Ciertamente, la elección municipal debiera clarificar algo el panorama. Pero no nos hagamos muchas ilusiones. La municipal clarificará lo que ya sabemos: que va a haber poco interés en votar. Lo cual nos va a confirmar aún más la crisis en que estamos. La falta de legitimidad va a quedar todavía más al desnudo. Imagínese que acuda sólo un 35% del padrón. No siendo yo partidario del voto voluntario, creo que no sería solución reimponer la obligatoriedad del sufragio. El voto no es para resolver una crisis de legitimidad. El voto obligatorio tiene otro fundamento, que descansa en que la sociedad tiene derecho a exigirle al ciudadano que destine tres minutos de su tiempo para expresar qué es mejor para la comunidad de la cual es parte. Pero esta elección no va a clarificar los temas de fondo. Los resultados -supongo- van a ocultar la baja convocatoria ciudadana. Las dos grandes coaliciones van a capturar una fracción muy relevante del electorado, entre el 80% y 90%.
-¿Vamos a tener una papeleta presidencial con muchos candidatos?
Desde luego. Fueron varios ya en la elección pasada, cuando la actual Presidenta corría con amplia ventaja. Ahora los incentivos son mayores. No es menor que la franja de televisión se reparta por el número de candidatos y no por la representatividad que cada uno tenga.
-Volvamos a la pregunta del millón. ¿Qué va a decidir? Recientemente, usted abrió la puerta a considerar el tema.
De ninguna manera quise generar un hecho político. Sólo lo dije con la franqueza con que siempre hablo. Y en política la franqueza suele tener costos. Sí, lo tendré que pensar. Podemos conversar en marzo.
-¿No será muy tarde marzo?
Si es tarde, entonces tendrá que ser poco antes. Hay que ver cómo evolucionen los acontecimientos. Yo prefiero esperar a que se decanten los hechos antes de andar haciendo conjeturas y supuestos.
-Supongo que tiene a su familia en contra.
Sí, es verdad. No hemos conversado formalmente el tema. Mi familia consideró que con mi presidencia ya habíamos cumplido una suerte de servicio militar. Lo pasaron mal. A ninguna familia le gusta que a uno de los suyos lo traten mal cuando lo quieren un poco. Es duro para ellos entrar a algunas redes sociales muy populares -especialmente anónimas- donde a mí me atacan con saña.
-Pero al lado de eso, no sólo en el PPD, sino también en otros partidos del bloque, su nombre tiene cada vez más peso.
Puede ser. Pero en estos temas yo prefiero pasar. No corresponde que yo comente lo que ocurra o deja de ocurrir en los partidos. No es lo mío. Yo siempre he pensado en el país y lo voy a seguir haciendo. Por eso, cuando lo considero necesario, digo o escribo algunas cosas. Sé que hay muchos a quienes no les gusta. Lo siento, pero igual lo seguiré haciendo.