Javiera Mena contó para el diario El PAIS que la primera vez que estuvo en España quedó sorprendida con la puntualidad de los buses. «Llegué a un país más desarrollado que Latinoamérica y me pareció muy organizado, robótico». «También me pareció heavy que alguien pueda cobrar el paro cuando no tiene trabajo. Ver ese tipo de beneficios sociales me impactó un montón».

La cantante chilena vuelve a cantar en territorio ibérico, luego de estar el año pasado durante cuatro meses en Madrid, Barcelona y Galicia y este verano actuará en Low Festival (Benidorm), Sonorama (Aranda de Duero) y Girlie Circuit (Barcelona) y llega a los escenarios españoles consagrada como estrella del pop en castellano. Estatus alcanzado luego de una década de trayectoria y gracias al éxito de Otra era, su último disco.

«Estaba entrenando para hacer una media maratón cuando lo compuse e hice las premezclas. Me las pasaba a mi iPod y salía a correr. Por eso tiene la energía del running», contó al diario vía telefónica sobre una colección de canciones que invitan a moverse y a disfrutar de la noche. Sus ritmos discotequeros y letras animosas -Quiero que tu espada me atraviese solamente a mí, pide en uno de los temas- le valieron la nominación al Grammy Latino en 2015.

«Frente al patrón de mujer que hace pop en la industria, que tiene que ser un símbolo sexual, lo mío va por otro lado», asegura, orgullosa de su carrera como artista independiente.

En la carátula de Otra era, Javiera, icono del colectivo gay, aparecía con los pechos al aire, lo que le costó ser censurada por Spotify, iTunes y Deezer. Las tres plataformas de música digital recurrieron a la misma táctica antigrafiti: taparon el desnudo con un recuadro de color blanco… y permitieron que el álbum pudiera ser adquirido, por supuesto. Business is business.