En los meses previos a la competencia, los medios de comunicación, hinchas y público general comentaban que esta era la copa que Chile debía ganar por obligación e imposición. Primero porque se jugaba en tierras nacionales y segundo por la imagen que dejó el equipo en el Mundial de Brasil 2014 que fue eliminada por Brasil en lanzamientos penales.
El debut comenzó el 2 de junio con victoria ante una complicada Selección Ecuatoriana por 2-0. Posteriormente, en uno de los mejores compromisos de la Copa América, La Roja empató 3-3 con México y cerró su participación en el grupo A goleando a Bolivia por 5-0.
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Ya en los cuartos de final, en un partido trabado, a veces violento y con artimañas de décadas pasadas, Chile, a diez minutos del final, derrotó al campeón vigente, Uruguay, por la cuenta mínima con anotación de Mauricio Isla.
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En semifinales, otro rival complejo, pero que la Selección Chilena supo neutralizar como es Perú. Fue una victoria para soñar, para ilusionarse. Chile jugaba nuevamente una final de Copa América, pero a diferencia de las anteriores esta era en Santiago, con el público a favor.
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Llegó el día, un 4 de julio de 2015 a las 16 horas en punto se iniciaba la final de la Copa América. Intensidad, buen fútbol a ratos, pero principalmente fue un compromiso de juego táctico. Al primer error, uno de los dos equipos la iba a aprovechar, y Argentina casi lo consigue. Contragolpe trasandino, Lionel Messi que arrancó por el centro de la cancha, pase en solitario para Ezequiel Lavezzi por el sector izquierdo, centro al área y Gonzalo Higuaín remata casi cayéndose en el arco de Claudio Bravo, el balón infló la red, pero por la parte externa del lado derecho. Algunos argentinos gritaron el gol del triunfo, pero no, la suerte del fútbol alguna vez estuvo de nuestro lado.
Treinta minutos de tiempo suplementario y el campeón de la Copa América se definía en lanzamientos penales. Chile convirtió cuatro remates, Argentina sólo uno. Higuaín y Banega fallaron para la Albiceleste. Fiesta, carnaval, euforia de los hinchas y de quienes no saben mucho de este deporte. Se terminaban 99 años de amargura, de frustración, de obtener segundos lugares, de sacar esa eterna frase de nuestro vocabulario: Jugaron como nunca, perdimos como siempre.
Atrás quedó y hasta olvidado el episodio de Arturo Vidal tras chocar en el Puente Maipo en estado de ebriedad. Algunos lo querían afuera, otros, mantenerlo porque era el principal argumento de Chile en labores ofensivas. Jorge Sampaoli y Sergio Jadue quienes eran el técnico y presidente respectivamente, optaron por dejar al jugador nacional. Medida que quizás con otro integrante del equipo, habría sucedido una historia totalmente distinta.
Un 4 de julio de 2015, La Roja hizo historia en el Estadio Nacional Julio Martínez Pradanos, con su gente, con sus hinchas, con un pueblo que celebró y que 365 días después vuelve a recordar un título que quedará en la historia del fútbol chileno.