Por Patricio Valdés
Académico Facultad de Derecho, Universidad Central
Existe preocupación respecto a nuestras pensiones, independiente que tan cerca o lejos estemos de la edad de jubilación, es irremediable que ese plazo llegara (salvo el hecho inevitable de la muerte).Probablemente es uno de los temas que mayor interés despierta en quienes trabajamos de manera dependiente,ya que podemos observar como nuestros amigos, parientes o conocidos, que se jubilan luego de toda una vida de trabajo, reciben alrededor de 1/3 de su salario acostumbrado.
No es Chile el único país que debate sobre esto, también en Europa esta situación causa temor, más aun considerando que el último informe OCDE señala la existencia de una tendencia a la baja en el monto de las jubilaciones, sin perjuicio de que ellos se encuentran en una situación mucho más ventajosa que nosotros.
En España se han encendido las alarmas ya que la actual jubilación, que representa un 80% de la remuneración, según previsiones que la OCDE al año 2060 cada trabajador (recién jubilado) obtendrá como pensión un promedio de 49,6% de su sueldo. No podemos dejar de considerar que el sistema de pensiones Español, a diferencia del nuestro, es financiado de manera pública, siendo un país desarrollado y con ingresos per cápita mayores que el nuestro, pero con una carga impositiva más elevada.
En principio, eliminando los componentes macroeconómicos, podríamos señalar que no existe mayor diferencia en el financiamiento público o privado (o mixto) en cuanto a sus beneficios, ya que ninguno de ellos cumple con el objetivo por el cual ha sido creado, esto es asegurar un ingreso que permita una subsistencia digna para nuestros años de descanso.
No existe fórmula mágica para superar el problema, se deben analizar las soluciones que diversas legislaciones han ideado, su aplicación, diferencias económicas y los resultados obtenidos, para luego estudiar una eventual adaptación a nuestra realidad.
Existe algo en que los especialistas están contestes (y que en general todos intuimos) y consiste en el ahorro privado. Tradicionalmente las familias chilenas dejan su dinero en depósitos bancarios (bajo interés pero seguridad), en los últimos años se ha fomentado mediante los APV u otros mecanismos análogos, y actualmente se multiplican ofertas de inversiones inmobiliarias tentadoras para jóvenes profesionales, pero que acarrea un alto riesgo de apalancamiento.
Independiente de las modificaciones que se hagan en materia de AFP o el sistema de ahorro que usted prefiera por sobre el resto, es indispensable que cada uno de nosotros establezca y aplique un sistema de ahorro privado (cuidando de no caer por avaricia en los sistemas piramidales), al menos mientras los especialistas no logren dar con el tratamiento adecuado para entregar una mejor calidad de vida a quienes esperamos algún día alcanzar la edad de jubilación. Lamentablemente para muchos hablar de ahorro es una ironía, considerando el actual nivel de cesantía y contracción económica.