El ayuno, es uno de los cinco pilares del islam, es decir, una obligación para los musulmanes. En el noveno mes del calendario lunar, que rige el calendario islámico y por ello la fecha cambia cada año, el Corán fue revelado al Profeta Mahoma como una Guía para alcanzar el éxito en esta vida y en la otra. A quienes ayunan con sinceridad les son perdonadas las faltas, además de que en este mes todas las buenas obras tiene una mayor recompensa. Es un momento de recarga espiritual y para estrechar lazos, saldar rencillas con la familia y con la comunidad. Además, los musulmanes creen que el ayuno les reporta beneficios físicos y les ayuda a conectarse con los que menos tienen y ser así más generosos, entre otras cosas.
Los otros cuatro pilares son: la profesión de fe, es decir, creer de corazón en que Allah es uno y único y que Mahoma es su Profeta; el rezo, que se hace cinco veces al día a diferentes horas que cambian con el movimiento del sol; el pago de la limosna anual, cuyo valor corresponde a un porcentaje concreto de los ahorros de cada musulmán, y la peregrinación a La Meca si se dispone de salud y medios. A pesar del ayuno, los musulmanes suelen mantener su obligaciones cotidianas. El mundo no se para. En los países de mayoría musulmana a veces se acorta la jornada laboral o se modifican las horas de entrar y salida.
Decir ‘Feliz Ramadán’, ‘Ramadan Mubarak’ o ’Ramadán Kareem’, por ejemplo, es un bonito gesto para con ellos. Para los musulmanes se trata de un momento muy especial del año, es una festividad muy significativa, lo que seria para nosotros una Navidad que dura un mes. Cada noche, cada ruptura del ayuno (se le suele llamar ‘iftar’), vendría a ser una especie de Nochebuena. Las familias se reúnen, los amigos se llaman y se felicitan. Es un ambiente muy festivo porque Ramadán brinda a los creyentes una oportunidad única de reforzar su relación con Dios (Allah) y se estrechan los lazos comunitarios. Cada noche, tras la última de las cinco oraciones diarias -el ayuno se rompe tras la cuarta– hay un rezo especial y las mezquitas se llenan. Es un momento importante para los musulmanes.
Hay ocasiones en las que los musulmanes dejan de ayunar: por enfermedad, las mujeres embarazadas o menstruantes, o si se está de viaje. Los niños y los ancianos tampoco tienen la obligación de ayunar..Los musulmanes practicantes no van a comer ni beber, ni siquiera agua durante el día. Sin embargo, en algunos países de mayoría musulmana hay leyes que prohíben a los musulmanes comer o beber en público durante Ramadán,por ejemplo en Marruecos. Este tipo de normas son criticadas por parte de la sociedad. Los musulmanes tienen la firme voluntad de ayunar y lo hacen convencidos de los beneficios que les reporta.
Los musulmanes tienen la oportunidad de explicar cosas como que el Ramadán es mucho más que no comer y que es uno de los cinco pilares del islam. En muchas mezquitas se organizan desayunos comunitarios abiertos a todo el que quiera acercarse, y también hay instituciones y asociaciones que organizan actos interreligiosos para compartir ese momento. Los más curiosos incluso se atreven a probar el ayuno por uno o varios días para vivir la experiencia. Este tipo de eventos ofrecen la posibilidad de intercambiar ideas y hacer preguntas.
Preguntar a un musulmán qué tal lleva el ayuno no es de mal gusto, todo lo contrario, pero insistir con los argumentos de uno sobre que ayunar no es bueno con el calor que hace, resulta cansino. Además, ni por esas van a dejar de ayunar. Es recomendable tener en cuenta que los musulmanes están ayunando, por lo que programar una reunión de trabajo en un restaurante a la hora de comer quizás no sea lo más inteligente. Para ellos el ayuno y en general el Ramadán es algo de peso, tiene un importante significado religioso y social, por lo que aunque no es que se vayan a enfadar porque alguien bromee sobre cosas como si van a adelgazar o no, conviene tenerlo en cuenta. Por cierto, son pocos los que adelgazan este mes.
El alcalde de Londres, es el primer alcalde musulmán que se refiere públicamente a esta festividad y participará en iftar comunitarios en diversas mezquitas, iglesias y sinagogas para mostrar que “es posible ser alguien con valores occidentales y liberales y a la vez ser musulmán”. La mejor manera de entender las creencias de otros es, asegura, compartiendo experiencias.
Consejo para quienes tengan musulmanes cercanos:
Quienes quieran tener un detalle con un musulmán en esta fecha, una buena idea es regalar unos dátiles.