Hasta el Museo Nacional de Bellas Artes llegó la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, acompañada por los ministros de Desarrollo Social, Marcos Barraza; de la Mujer y Equidad de Género, Claudia Pascual; y de Bienes Nacionales, Víctor Osorio; para participar de la ceremonia de entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos, que este año fue otorgado al sacerdote Jesuita, José Aldunate.
El galardón es entregado por el Instituto Nacional de Derechos Humanos, en conformidad a la Ley N° 20.405, que creó este organismo autónomo, asignándole la responsabilidad de hacer otorgar -cada dos años- de dicho premio, a quien se haya destacado por su trayectoria de promoción, defensa y exigibilidad de los derechos humanos en Chile.
José Aldunate ha consagrado su vida a la defensa de los sectores populares y de los más oprimidos. Colaboró con Alberto Hurtado en la Acción Sindical Chilena y, en la década del 70, como parte del trabajo de una comunidad cristiana de base, formó el Equipo Misión Obrera (EMO). Durante la Dictadura, este grupo se dedicó a la defensa de perseguidos del régimen y a promover la recuperación de las libertades cívicas.
“Es natural y conmovedor evocar su figura digna y serena, enfrentando la represión, el agua del guanaco, los gases lacrimógenos, para defender el derecho a la vida y la integridad de sus conciudadanos detenidos en cárceles secretas, sometidos sistemáticamente a tratos inhumanos, apremiados física y psicológicamente”, aseguró la Mandataria.
Y agregó: “Pero ello no puede hacernos olvidar el enorme aporte de Pepe Aldunate, no sólo en la resistencia contra el régimen cívico-militar que rigió nuestro destino por 17 años, sino en la inmensa obra previa a esos tristes años”.
El religioso se desempeñó como director de la revista Mensaje –donde sucedió a san Alberto Hurtado–; Superior del Centro Bellarmino, como educador y formador de novicios; secretario de la Confederación de Religiosos y Religiosas, Conferre, y de la Confederación Latinoamericana de Religiosos, CLAR; y como Provincial de los Jesuitas, como cura obrero.
Sobre este último rol, la Jefa de Estado, destacó que “su inserción en el mundo obrero –sin dejar la cátedra- y su encuentro con la teología de la liberación, no hizo sino reforzar la convicción de que para que exista una humanidad fraternal en esta tierra, debe existir equidad y debemos combatir la pobreza y la injusticia”.
Asimismo, aseguró que “su compromiso con los derechos inalienables de todos y todas está hecho de acciones cotidianas, de testimonio vivo, de persistente iluminación de nuestra realidad. Hoy, el padre Aldunate sigue presente, actuando, escribiendo. Ninguno de los asuntos que ocupan y preocupan a nuestra sociedad le resulta ajeno, ya se trate del Acuerdo de Unión Civil, la relación entre los negocios y el bien común, o el cuidado del medio ambiente”.
Mandataria encabeza ceremonia de entrega del Premio Nacional de Derechos Humanos a Sacerdote José Aldunate
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