viernes, noviembre 22, 2024

EL GUSTO POR EL TURISMO NEGRO

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Se aproximan las vacaciones de invierno y con ello muchas personas ya están pensando a qué lugar viajar. Cada año son más los que se atreven a visitar lugares tétricos, donde han ocurrido grandes tragedias de la humanidad o que se vinculan con horribles historias, como campos de concentración nazi, la Zona Cero de las Torres Gemelas, casas donde han asesinado a personas, cárceles como Guantánamo y Alcatraz, itinerarios de Jack el Destripador, las casas de Pablo Escobar, etc.

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El perfil del turista del siglo XXI corresponde a una persona que busca interactuar directamente con el lugar que visita. Le gusta descubrir la esencia de esos territorios y disfruta de nuevas experiencias que le den un valor agregado a su viaje. Atrás quedó la concepción del turismo como una mera actividad contemplativa, donde el territorio era únicamente soporte de dicha actividad”, afirma de entrada María Teresa Cagalj, jefa de carrera de Ingeniería en Gestión Turística de la Universidad del Pacífico.

El llamado “Turismo Negro” o “Turismo de catástrofe” crece año a año. Pero, ¿qué motiva a los turistas a alejarse de las playas paradisiacas para ir a visitar lugares donde han ocurrido desgracias? Aunque muchos aluden al morbo, la respuesta iría más por el lado de la experiencia de viaje.

El turismo negro es una forma de turismo que promueve los viajes a sitios asociados con la muerte y la tragedia. Para referirse a él se usa también la palabra inglesa Thanatourism, vocablo que deriva del griego antiguo Tánatos, que es usado para personificar la muerte. Por lo tanto, este concepto es el principal elemento para desarrollar el turismo negro, ya que el sujeto interpela y prefigura su propia muerte a través del otro. Con ello, se entiende que es como si el turista aprendiera acerca de este fenómeno recorriendo los emplazamientos en los que ya ha tenido lugar alguna tragedia”, indica la docente de la Universidad del Pacífico.

Maximiliano Korstanje, profesor adjunto de la Universidad de Palermo (Argentina), sugiere que el turismo negro es una forma de intelectualizar los desastres o traumas sociales. Entendido como un mecanismo de resiliencia que sitúa a la muerte dentro del entendimiento humano, el turismo negro establece una narrativa específica que permite aprender situaciones adversas, como una manera de domesticar a la muerte en un mundo altamente secularizado.

El negocio tras la tragedia

Muchas veces son los nuevos propietarios de las casas supuestamente embrujadas las que organizan tours a la vivienda, o los mismos familiares de personas conocidas fallecidas los que sacan provecho, como es el caso de los tours turísticos que repletan la hacienda Nápoles del narcotraficante Pablo Escobar en Colombia. Según la docente de la U. del Pacífico, el “turismo negro” también ha sido impulsado por las mismas empresas de turismo que ven una oportunidad en el interés de la gente por las historias trágicas y/o misteriosas.

“Las mismas empresas ubicadas en los lugares buscan que los visitantes participen directamente y se involucren en las zonas turísticas, ya que el turista de estos tiempos no se conforma con ser un mero agente externo que mira sin ver, que oye sin escuchar y que recorre sin sentir. El turismo negro para la industria turística está siendo visto como una forma de explotación económica. Los empresarios pueden utilizar las reacciones emocionales de los visitantes para generar ganancias. El tráfico en áreas como la ‘zona cero’ de Nueva York permitió reactivar la actividad comercial relacionada al turismo oscuro”, asegura Cagalj.

Entre los lugares más reconocidos a nivel mundial donde se realiza turismo negro se encuentran: el campo de exterminio nazi de Auschwitz, la Central Nuclear de Chernóbil, la central de Fukushima, el Museo del Genocidio de Choeng Ek, el mayor barrio de chabolas de Mumbai llamado Daravi, el sexto piso de la Plaza Dealey en Estados Unidos, la estación de Atocha de Madrid, los túneles de Cu Chi de Vietnam, la Zona Cero de Nueva York, la cárcel de Guantánamo y los itinerarios de Jack el Destripador en Londres.

En Chile, el “turismo macabro” también está desarrollado. De hecho, en el pasado mes de mayo, la comuna de Providencia organizó el “Ghost tour”, donde los participantes recorrían diferentes lugares con tétricas historias fantasmales. María Teresa Cagalj, jefe de carrera de Ingeniería en Gestión Turística de la Universidad del Pacífico, indica los cinco lugares más visitados en Chile relacionados al “turismo negro”:

  1. Tour nocturno de Cementerios: Se realiza en la Región Metropolitana y muestra lo arquitectónico y tétrico de cada lugar.Cementerio General2
  2. Isla de los Muertos: Desde la fría selva de la Patagonia chilena, rodeada por glaciares y una gélida cordillera, duerme la leyenda de una isla que convive con la muerte. Ubicada en la desembocadura del río Baker, a 3 kilómetros de la comuna de Tortel en la Región de Aysén, la Isla de los Muertos encierra una historia llena de misterio y desolación que se remonta al mes de septiembre de 1905, cuando 200 obreros chilotes murieron tras viajar en el Vapor Dalcahue a la zona, a limpiar los terrenos y construir un camino que conectaría el lugar con Argentina.
  3. Salitrera Humberstone: A 52 km. de Iquique, en plena Pampa, este lugar desprende un halo de misterio. Erigiéndose aún como uno de los pocos vestigios que quedan de la época dorada del salitre en el siglo XIX, el pueblo donde se ubica la Salitrera Humberstone, declarada Monumento Nacional, ha sido calificado como una verdadera ciudad fantasma. Actualmente, muchos turistas visitan Humberstone intrigados por los innumerables reportes de fenómenos paranormales.
  4. Memorial Los Barros, Antuco: Los faldeos del volcán Antuco, en la VIII Región del Biobío, albergan un perturbador recuerdo. Y es que, desde el fatídico 18 de mayo de 2005, ese lugar quedó marcado con el dolor tras la muerte de 45 soldados del Ejército de Chile.
  5. Difunta Correa/Paso Los Libertadores: Cuenta la leyenda que en el año 1841, una joven argentina nacida en San Juan, llamada María Antonia Deolinda Correa, casada con uno de los sobrinos del gobernador federal de la época, se lanzó a una desesperada búsqueda por su esposo, quien había sido capturado por un despiadado general y caudillo, en un momento de fuerte tensión política. Se dice que unos arrieros la encontraron y quedaron conmovidos ante la visión de una joven y hermosa mujer, cuyo cadáver protegía a su bebé que se había aferrado a su pecho para amamantarse, aún después de fallecer su madre. Hoy existe un santuario allí que es muy visitado.
  6. La difunta correa
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