“Esta ave es uno de los casos más críticos que hemos tenido que cuidar,” dijo Missy Dubuisson, la fundadora del centro. “El hecho de que haya sobrevivido está fuera de nuestra comprensión.” Sin embargo, tras un largo tratamiento, Gigi mejoró. Esto no habría sido posible sin los cuidados de Doug Pojeky, al que llaman “el susurrador de las aves de presa.”
“En todos mis años trabajando con aves de presa, nunca vi a nadie con un vínculo semejante con estos magníficos animales,” explicó Dubuisson. Gigi confía completamente en Pojeky. Se fue unos días a visitar a su familia en Michigan, y a su vuelta, Gigi se puso contentísima. Se puso a bailar, puso su cabeza en el hombro del cuidador y lo abrazó. “Se me saltan las lágrimas al verle interactuar con estas aves,” añadió Dubuisson. “Le conocen y confían totalmente en él. Ves la confianza en sus rostros.”
La pobre ave sufría un enorme traumatismo craneal, posiblemente tras chocarse con un parabrisas de un auto.