El estadounidense ha fallecido a los 74 años en un hospital de Phoenix, Arizona, tras ser ingresado el pasado jueves por problemas respiratorios. Una complicación médica sumada a la del Párkinson que sufría desde hace treinta años, aproximadamente el tiempo que llevaba retirado del ring en 1981.
Una personalidad única, una mente privilegiada que desplegó en entrevistas y ruedas de prensa y un estilo de boxeo innovador y poco o nada ajustado a los cánones hizo de Ali una figura admirable dentro y fuera de las fronteras norteamericanas, palpable en el biopic protagonizado por Will Smith que el director Michael Mann le dedicó en 2001. Ese mismo carácter le cosechó tantos fieles como detractores, que desde los años sesenta hasta casi la década de los ochenta cuestionaron algunas de sus decisiones personales como la negativa a marcharse a luchar en la Guerra de Vietnam, su conversión del Cristianismo al Islam o que pasara cambiara por ello su nombre de pila, Cassius Clay, al que hoy el mundo conoce como suyo. Esta controversia también aplicaba a sus relaciones personales, desde las tres mujeres con las que contrajo matrimonio hasta los nuevos hijos fruto de ambas relaciones.
Su primer contacto con el boxeo nació de otro deporte, el ciclismo. Un dato irónico explicado por la bicicleta que Ali recibió como regalo de cumpleaños al cumplir de los 12, y que le fue robada días más tarde. Fue el oficial Joe Martin, responsable de reportar el robo, quien entrenó y presentó al joven al mundo del boxeo, prometiéndole de paso que daría con el responsable de aquel hurto (que no, nunca apareció). Pronto amasó victorias que le subieron hasta la cima, alcanzando su culpen en los Juegos Olímpicos de Roma de 1960, donde se hizo con la famosa Medalla de Oro que arrojó por el río Ohio en decepción con su país, tras ser rechazado por cuestiones de raza en un restaurante de la ciudad.
Durante las más de 110 peleas que fraguó en el ring aquellos años, solo fue eliminado por su colega Kent Green en el tercer asalto. De 1975 deja especial huella el partido contra Chuck Wepner, responsable de que el entonces desconocido Sylvester Stallone se inspirara para crear el personaje de su celebérrima cinta Rocky. El celuloide no era ajeno: ya en 1969, su charla con Jerry Lewis había causado estragos por lo anodina y poco esclarecedora del personaje Ali, quien llegó a interpretarse a sí mismo posteriormente en cuatro largometrajes y a orquestar el musical de Broadway Buck White.
En 1999, 17 años después de retirarse, la revista Sports Illustrated le condecoró Deportista del Siglo y recordaba algunos de sus más imborrables éxitos: con el que arrebató a George Foreman el título de campeón mundial en 1974 o el que luchó contra Joe Frazier en el Madison Square Garden Nueva York, entre muchos otros. Huellas imborrables del hombre que llevó el boxeo más allá del ring con un modus operandi heterodoxo y único, definido a la perfección por él mismo: “flotando como una mariposa, picando como una abeja”.