Por más que te empeñes en lucir una cama digna de revista, con sábanas de 400 hilos pero eres de los cuida el aseo…Lo más probable es que tu lecho se convierta en un festival de ácaros, bacterias y mugre infinita que, a la larga, provocarán enfermedades sobre todo a las personas alérgicas o con las defensas bajas. En las camas se acumulan piel muerta, maquillaje, pelo, moho y materia fecal (el sudor lleva bacterias E-coli, que sale de su lugar habitual para ver si puede infectar algo en el camino).
La solución a ello, es principalmente el lavado de la ropa de cama, una vez a la semana es el mínimo recomendado para impedir que se multipliquen los ácaros y el resto de los microorganismos. Sin embargo, el ciclo en frío al que usualmente estamos acostumbrados no es suficiente, ya que estos pequeños seres aterradores son capaces sobrevivir a la temperatura en frío. Y lo que es peor, es que los que quedan en la lavadora podrían infectar la siguiente carga, ayudados, de paso, por las nuevas bacterias adheridas a la ropa interior. Si quieres ahorrar una carga de agua caliente en tu lavadora, lo mejor es usar la plancha caliente para eliminar los bichos.
Por otro lado, el colchón es recomendable airearlo cada seis meses y las colchas de invierno, lavarlas antes de guardarlas para la siguiente temporada.
Las almohadas, cada tres meses. Si son de plumas, a la tintorería. Si son sintéticas, lavadora y a 60 ºC.Tras dos años de uso sin lavar, el 10% del peso de tu almohada corresponde a ácaros muertos.