El hallazgo se dio en el garaje de una vivienda en San Francisco, California, mientras unos obreros removían escombros.
El cuerpo de la niña estaba acomodado sobre una cama de hojas de eucalipto y en una de sus manos sostenía una rosa roja, declararon quienes vieron el féretro.
La niña llamada Miranda habría sido parte de los 30 mil cuerpos que componían el antiguo Cementerio Odd Fellows, que en 1920 cerró y trasladó a la mayoría de sus «habitantes» a un lote común en Colma.
El ataúd con dos cristales por los que se alcanzaba a ver el cuerpo de la niña fue entregado a la organización llamada «Jardín de la Inocencia» quienes trabaharán para determinar la verdadera identidad de Miranda, informa el diario San Francisco Gate.