Se trata de una tradición que ha perdurado desde alrededor de 1850. A continuación te dejamos un listado de las posibles respuestas:
Más facil para amamantar.
Una de las teorías indican que la mayoría de las mujeres suelen cargar a sus bebés con el brazo izquierdo, por lo que colocar los botones de ese lado hacía que fuera más fácil abrir la camisa con el brazo derecho.
Montar a caballo.
Tradicionalmente, las mujeres solían montar con sus cuerpos girando hacia el lado derecho, poner los botones del izquierdo impedía que el viento se colara en sus camisas cuando cabalgaban.
Facilitar a los sirvientes vestir a las mujeres de clase alta.
Ésta es la teoría más difundida, las mujeres pudientes del siglo XIX no solían vestirse por sí mismas, por lo que tener los botones del lado opuesto era más sencillo para los sirvientes diestros. Más tarde, cuando la gente empezó a vestirse sola, los botones –alguna vez considerados objetos de lujo– permanecieron del lado izquierdo para que las masas pudieran imitar el estilo de la clase alta.
Los hombres desenfundaban sus armas sin obstáculos.
Los hombres desenfundaban sus espadas con la mano derecha, por lo que se sentía más natural desabotonar sus camisas con la izquierda. Obvio, las mujeres en esa época no necesitaban tener esa facilidad.
Para satisfacer a Napoleón.
Supuestamente, las mujeres solían burlarse de la distintiva pose de Napoleón –con el brazo izquierdo doblado en un ángulo de 90° y la mano metida entre los botones de su camisa–, por lo que el emperador francés ordenó que sus camisas se elaboraran con los botones del lado contrario para que ya no pudieran imitarla.
Inequidad de géneros.
En un estudio de los caracteres sexuales secundarios y terciarios del sexólogo del siglo XIX, Havelock Ellis, dice que el hecho de que los botones permanezcan a la izquierda en las camisas de las mujeres se debe a que las ellas “parecen inferiores a los hombres” en “fuerza, rapidez, precisión y movimiento.
Otra teoría sugiere que, cuando la ropa femenina empezó a tomar cada vez más elementos de la masculina –por ejemplo, los pantalones–, los manufactureros mantuvieron los botones de distintos lados para diferenciar una de otra.