Pero nada es casualidad, todo esto se debe al estricto protocolo que su posición la obliga a apegarse: en las mujeres, sobre todo cuando se encuentran en público, las piernas deben ir cerradas o no abiertas.
Las mujeres tampoco deberán cruzar sus piernas –una posición mucho más sugerente y sensual–, una “verdadera dama”, y sobre todo una de la realeza, se sienta así, como Kate, con las piernas bien cerradas y de lado para evitar enseñar de más –y ocupar más espacio del que le corresponde–, una posición que además resulta ser estéticamente atractiva para el común denominador y particularmente cómoda cuando se usan tacones y falda, y que, según el protocolo, denota elegancia y compostura.
La monarquía británica nunca se ha caracterizado por ser moderna, y más para una plebeya que llega a la realeza tradicional, más vale adaptarse a las costumbres. Aunque Kate y William parecen tener un perfecto cuento de hadas moderno, no pueden demostrar afecto en público. Dado que la pareja representa a la monarquía británica, cualquier aparición pública se considera trabajo.