No existe un patrón a seguir cuando hablamos de estilo o del botón de tu cuello, pero puedes hacerte una ligera idea de si éste te favorece o no según tu perfil.
Abotonado hasta el final. Tendencia que en el 2000 cobró un nuevo sentido. Puedes caer fácilmente en una imagen conservadora si decides abrocharte hasta el último botón sin usar corbata, pero también puedes hacer de este acto tu toque personal y distintivo, algo que no queda al azar y que te estiliza. Normalmente lo usa alguien joven, de unos 20 a 25 años que está al día de la moda y sabe cómo llevarlo con éxito. La manga corta o remangada favorecerá este estilo.
Un botón desabrochado: Es el clásico, ni arriesgas ni pierdes. Pasarás desapercibido pero cuidado, te dará un toque demasiado informal si lo combinas con una corbata –de hecho evita esta combinación-. El hombre que lo lleva puede trabajar en una oficina, lugar público o simplemente vestir una camisa para pasear cualquier día de la semana a cualquier hora. Tendencia aceptada a cualquier edad que encajará en el niño que acude a la escuela hasta la persona adulta que pretende ir elegante.
Dos botones desabrochados. Te da un aspecto informal, perfecto para una tarde de verano al aire libre o un acalorado día en el que no tendrás que cumplir con ningún compromiso. El perfecto treintañero que la combina con una camiseta básica de algodón debajo.
Tres botones desabrochados: da la sensación de que te has vestido con prisa y sin importarte demasiado tu look. Lo usa el dandy con estilo alocado y desgarbado que se aferra a una edad que poco le corresponde. Posiblemente no sea tu mejor opción a no ser que seas Ryan Gosling.
Cuatro botones desabrochados o un desabrochado total: limítate a cumplir este dress code si vives en Bahamas y trabajas en un bar de playa. No existe una excusa razonable para extrapolar este look fuera de este contexto.