Antes de ganar tres títulos con Colo-Colo, ser un goleador de fuste, ir a dos mundiales y convertirse en ídolo del Cacique, Esteban Efraín Paredes jugaba en el “Franja Juvenil” de Cerro Navia, entraba y salía rápido de las inferiores de Audax y Cobreloa y sacaba su cuarto medio con orgullo, con mención en Mecánica.
Antes de ser un crack para los niños, Esteban Efraín admiraba a sus propios cracks: Jaime Pizarro, Marcelo Barticciotto y Rubén Martínez.
Antes de jugar en el Monumental, Esteban lo hacía en las canchas de tierra.
Esta es la historia de Paredes cuando aún no era famoso. Cuando viajaba en bus por todo Chile como jugador de Puerto Montt, época donde –dicho sea de paso- consiguió los amigos más íntimos que le ha dado el fútbol.
Nos referimos a la era de cuando debía bajarse de las micros amarillas porque se mareaba. De cuando el amor del padre lo guió para superar la distancia de la madre. De cuando sorteó un cuchillo en la yugular amenazante, en un barrio complicado. De cuando ni soñaba en que lograría lo que llegó a alcanzar.
Con el fútbol de fondo, con la vida en primer plano, habla Esteban Paredes Quintanilla en 22 tiros. Zurdazos al ángulo todos.
Ser como Rubén Martínez
“Al año ya tenía camiseta de Colo-Colo. Hay una foto que mi papá no la puede encontrar que salgo con un año más o menos con la camiseta… Mi sueño siempre fue jugar en Colo-Colo. Lo llevo en el corazón: desde niño soy colocolino y voy a morir colocolino.
Para la Copa Libertadores del 91 tenía 10 años y la vimos todos juntos en la casa, era televisión abierta. Todos éramos colocolinos y después salimos a celebrar. Para la final estaba muy nervioso. Me gustaba Jaime Pizarro, el Coca también, Barticciotto y Rubén Martínez me gustaba cómo definía. Eran todos cracks. Lizardo Garrido atrás era impresionante, Morón… En mi pieza tenía un póster de Colo-Colo 91 y otro de Colo-Colo 1989”.
Contra viento y mareos
“Yo jugaba en una Escuela en Estación Central. A los 11 años jugué en Audax Italiano. Estuve poco y después estuve tres meses en las cadetes de Cobreloa. Entrenábamos en el Estadio Nacional. A los 15 años me dijeron que fuera a hablar con tal persona del Chago porque me iban a dejar altiro, antes de la prueba. Pero yo no quería, no me gustaban los pitutos. Y fui, me probé, jugué como 15 minutos, hice dos goles y me sacaron altiro de la prueba para que me quedara en el Chago.
Me gustaba jugar a la pelota en el barrio, pero en un club era distinto. Además vivía muy lejos, tenía problemas con el tema de las micros. Me mareaba mucho en los buses, siempre he tenido ese problema, me daban ganas de vomitar. Andaba dos, tres cuadras y vomitaba. Después tenía que llevarme un limón. Salía del colegio, almorzaba y tenía que caminar como de aquí del Monumental a Vespucio a tomar la micro. Era harto. Y me subía a una micro amarilla, andaba dos, tres cuadras y tenía que bajarme. Vomitaba y después tenía que tomar la otra”.
Regalón del colegio
“Estudié Mecánica Automotriz en el Complejo Educacional Cerro Navia. Ahí estuve de primero básico hasta cuarto medio en el mismo colegio. Era el regalón del colegio. Jugábamos a la pelota siempre, en los recreos y por la selección del colegio, siempre”.
Lecciones de hijo
“Mi papá trabajaba viajando. En Puerto Montt, Punta Arenas, Arica, Iquique… Era contratista en mármol. Tenía pega en Santiago pero viajaba mucho. Mi papá se separó y su nueva señora me llevaba a los entrenamientos, también mi padrino. Hasta los cinco años viví con mi papá, mi mamá y mi hermana menor Solange. Todos del Colo. Vivíamos en Forestales, en Pudahuel, entre Errázuriz y Santa Victoria, cerca de San Daniel.
Después mi mamá se fue y no la volví a ver hasta como los 13 años. Quizás no le di tanta importancia que se fuera porque no me quedaba solo. Había mucha gente alrededor mío: Mis tíos, mi papá, mis abuelos, que siempre estuvieron conmigo. Sí me afectó mucho porque uno como hombre yo creo que es más apegado a la mamá, la mamá es la que pasa todo el día con los hijos… uno estaba chico y con el tiempo me fui dando cuenta de lo que pasó. Me decían cosas de allá, cosas de acá, pero a esas cosas no le doy mucho vuelo. Trato de ahora darle gracias a dios de que mis papás están vivos. Si bien mi mamá cometió un error, todos hemos cometido errores en la vida y obviamente que hay que perdonar. No hay que ser tan rencoroso.
Yo mantuve siempre relación con mis abuelos (maternos). Incluso cuando mi mamá se fue íbamos con mi papá para allá y le preguntábamos a mi abuela donde estaba mi mamá, ella yo creo que era la única que sabía pero no nos decía.
Uno aprende de esas cosas. La vida te enseña a tratar de ser diferente”.
Amor profundo
“La nueva pareja de mi papá me ayudó mucho. Marisol Velásquez se llama. Hasta el día de hoy se ha portado súper bien, cuando chico nunca me pegó o algo así, siempre me enseñó cosas buenas, estuvo al lado mío, me acompañaba a todos lados. Uno le agradece a dios, primero, por ponérmela a ella como mi mamá. Segundo también a mi papá que luchó y luchó para ayudarme a estar donde estoy.
Mi papá (con Marisol) tuvo tres hijas más: Nicole, Sandy, Araceli. Y mi mamá tiene dos hombres más también: Byron y Lucas, el más chico, que siempre viene al Monumental conmigo.
Mi papá y mi abuelo me acompañaban a los partidos en cadetes y después también. Mario se llaman los dos. Mi abuelo falleció en 2009 justo después que llegué a Colo-Colo. Me alcanzó a ver jugar acá. Fue un sueño. Él murió en septiembre de ese año en un accidente en carretón. Mi abuelo jugó en las cadetes de Colo-Colo, fue compañero de Mario Moreno”.
Mario Paredes II
“Mi papá significa harto para mí (silencio largo). Puedo decir que es el que me dio la vida. Dándome para comer, protegiéndome, que no me faltara nada. Mi papá nunca ha sido muy comunicativo pero sí luchó mucho para que fuera al colegio, para que fuera un hombre no metido en las drogas, en el alcohol, sin malas influencias.
Él tiene un lugar en mi corazón y creo que tiene un lugar en el cielo. Para mí es alguien muy importante.
Somos tan parecidos… yo también soy un hombre que me guardo las cosas, que no se las digo a nadie, que no confío en otra gente. Soy muy desconfiado. Por ahí no le cuento mis problemas a nadie. A mi señora de repente. Soy igual que él. Muy duro, me guardo las cosas”.
Amarrado al Chago
“Firmé mi primer contrato con Santiago Morning el 2000. Tenía 19 años. Firmé por cuatro años por 150 lucas. Antes eran contratos prorrogables, me iban renovando cada dos años, me subían la plata y bien, hasta que en 2006 llegan unos equipos de México: Puebla y San Luis de Potosí, a comprarme el 50% del pase en un millón seiscientos mil dólares. Y Santiago Morning pidió 3 millones de dólares. Ahí las negociaciones se complicaron.
Siempre tuve el problema para salir. Había cláusulas. Hasta que me aburrí.
Cuando me hacen los contactos para venirme a Colo-Colo dije que pararan el tema, que me dejaran salir, y que si no, no iba a jugar más a la pelota. Tuve que presionar, decir eso para que me dejaran salir. Con Miguel Nasur era el tema. Ahora no hay ningún reproche ni nada con él. Se portaron muy bien conmigo, solo fue el tema que no me dejaban salir nomás”.
A los 25 años venías de jugar en la B y no había ni selección ni un equipo grande ¿Pensaste que te podías estancar ahí? Ese puede ser el pensamiento de un jugador que esté en esa situación ahora
“El que piense así está equivocado. Hay jugadores con 37 años que siguen jugando a gran nivel. A los muchachos de 25, 26 años les diría que sigan, que sigan, aunque estén en la B, en Tercera, que sigan. Esto es entrenar todos los días. En algún momento el fútbol te va a devolver lo que uno le entrega al fútbol. Me acuerdo que en el Morning estaba de vacaciones y me iba a entrenar al cerro. Llamaba al profe (Justo) Farrán (exPF de Santiago Morning) y me iba a entrenar solo. Siempre fui de esos que no podía estar tres días parado. De repente estábamos dos meses parados pero yo entrenaba solo.
Todo eso que uno logra, uno se acuerda y si no lo hubiera hecho a lo mejor no sería el jugador que soy ahora, no habría llegado.
Si quieren llegar a Colo-Colo o a otro equipo, que sigan entrenando porque les va a llegar la oportunidad. Y cuando les llegue la oportunidad, sabemos que no hay que soltarla”.
Fútbol de la B
“En Puerto Montt viajábamos en puro bus a todos lados. Veníamos a Santiago, de ahí a La Serena, a Ovalle, Copiapó. Era cabro y uno quería jugar nomás. En esos viajes me llevaba mi limón nomás por los mareos (risas). Todavía me pasa. Cuando volvimos de Valparaíso en el último partido venía súper mareado. Me hice exámenes y no tengo nada.
En ese tiempo cuando recién empezaba mis metas eran llegar a Colo-Colo y estar aquí. No pensaba en ir a Europa. Quería jugar en Colo-Colo. ‘Ser parte de la historia de Colo-Colo’, decía yo. De a poco lo he logrado.
Quería llegar acá y jugar 10, 15 años en Colo-Colo. Como Pizarro, como el Chano.
Me gustaba jugar, me gustaba entrenar, aunque fuera en la B. Siempre decía: ‘Va a llegar, va a llegar la oportunidad’. Nunca me sentí mal, que no quisiera jugar más o que me diera lata jugar en canchas más malas”.
Fútbol de la A
“Al término del 2008, había salido goleador y todo, dije: ‘Si aquí no me voy a un club grande, creo que me voy a morir en el Chago y voy a ser un jugador común y corriente, no logrando cosas importantes’. Cuando llegué a Colo-Colo dije: ‘Aquí tengo que jugármela, tengo que hacer goles, tengo que ser ídolo’.
Yo sabía que iba a llegar a un grande, pero no me imaginé que iba a ser a Colo-Colo”.
Cuando lo quiso la U
“Estuve cerca de llegar a la U. Y a Católica también. El 2009 empecé a trabajar con Sergio Morales (representante). Sergio Morales me llama y me dice: ‘Tengo una oferta de la U. Ofrecen esto pero no nos dan mucho tiempo’. Era un miércoles y tenía que firmar el lunes. Le dije: ‘Déjame pensarlo, déjame verlo bien…’ Al otro día me llama de nuevo y me dice: ‘¿Sabís qué? Tenemos Colo-Colo. Te pagan uno más’. Y yo le dije: ‘¡Ya, vamos!’. ‘El viernes tenemos una reunión y hay que dejar todo listo’, me dijo. Y dejamos listo todo, altiro. Dije: ‘No. Aquí, ni la pienso’.
¿Si me veía jugando en la U? No sé. Ni pensarlo.
Yo estaba casado, lo hablé con mi señora esa noche y ella me decía: ‘Tú siempre quisiste jugar en un grande. Está bien, eres colocolino y todo pero aquí está la tuya’. ‘Ya, dije, en la mañana voy a hablar con Sergio’. Me pagaban lo mismo que en el Chago. No era por plata, era porque yo quería jugar en un grande. Gracias a dios apareció Colo-Colo y llegué a mi equipo”.
Debut versus Curicó
“Fue la primera vez que estaba nervioso. Tenía muchas ganas y ansias de poder hacer un gol, lo que siempre soñé: hacer un gol e ir a gritarlo a la Garra Blanca. No salió pero de mis pies salió el empate”.
Garra Blanca
“Viví hasta los cinco años en Pudahuel, donde viven mis abuelos y mis tíos. Todavía viven ahí de hecho. A los seis años me fui a Cerro Navia pero no dejé de lado Pudahuel, donde estaban mis amigos y mis primos del barrio. Me fui acostumbrando a Cerro Navia, a una población nueva, me hice de nuevos amigos, grandes amigos, grandes personas.
Y ahí había muchos jóvenes colocolinos. A los 12 años empecé a venir al estadio, a la Garra Blanca. El primer partido que vine fue en 1992 y me acuerdo que el rival tenía camiseta roja. No me acuerdo cuál era pero sí que tenía camiseta roja.
Hasta como los 17 años todavía venía a la Garra Blanca. Jugaba en el Chago y venía igual. Era de Los Gángster. Teníamos lienzo y todo”.
Los chicos del barrio
“Todavía me junto con mis amigos del barrio, a almorzar de repente. Mis papás siguen en la misma casa en Cerro Navia. Carrascal, Costanera Sur con 5 de febrero.
Si no hubiese sido futbolista me gustaba mucho lo de la PDI, me gustaba ese tema.
El barrio igual era un poco peligroso. Me crié con gente mayor que yo, donde aprendías mucho. Nos juntábamos en la sede, en el club, jugaba pool, pin pon, ellos se tomaban su trago pero antes era más tranquilo. Ahora no. Eran otros tiempos. Aprendí mucho de ellos.
Vi muchos casos de gente que se perdió. Muchos. De repente yo iba para allá y preguntaba por alguno que estaba en la esquina. ‘Lo mataron, está en la cárcel’, me decían. De repente no podís creerlo. Jugábamos ahí de pendejos, lo pasábamos bien en el parque, había un pozo de arena y jugábamos a la pelota, y después verlos así a uno le da pena, lata…”.
Violencia más violencia
“Es complicado el tema. El otro día escuchaba a alguien que decía que faltaban más centros comunitarios en las poblaciones, más mesas de pin pon, más cosas deportivas… No sé. Hay mucha droga. Pero eso no se va a acabar. Va a pasar siempre. Y no solo en las poblaciones. De repente la gente que tiene un estrato social más alto también pasa lo mismo. Pero no se ve. Los protegen más”.
Cuchillo en el cuello
“Cuando jugaba en la selección de Cerro Navia me asaltaron una vez. Me pusieron un cuchillo acá en el cuello. Tenía 14 años, fue cerca del Gimnasio de Cerro Navia. Íbamos caminando como cuatro compañeros. Me quitaron los zapatos, las canilleras. Después mi papá no me dejó más ir caminando. Mi viejo me cuidaba.
En las canchas donde jugábamos con el ‘Franja Juvenil’ pasaban muchas cosas. Íbamos a paseos y quedaba la… aunque tampoco era tanto. Eran combos y palos pero ahora sacan la pistola. Las peleas antes duraban tres minutos, cinco minutos y se paraba. Ahora ya no, es todo diferente”.
Amigos
“Tengo amigos pero no me gusta compartir las cosas que me pasan. Paso solo los problemas. Soy muy poco de llorar también. Tendría que pasar algo súper fuerte, como cuando falleció el marido de mi hermana Solange. La vi muy apenada. Él murió de un accidente automovilístico hace un mes, aquí en Departamental.
Tengo re pocos amigos en el fútbol. Marco Muñoz, Pablo Rojas, Sergio Malbrán, con ellos jugué en Puerto Montt. Me junto con ellos.
En el fútbol hay mucha envidia entre los jugadores. Aunque pasa en todos lados. Que éste aquí, que éste allá, que éste gana más…”.
¿Te das cuenta que eres ídolo de Colo-Colo?
“No. No me doy cuenta aunque la gente me dice, los niños. Por eso es que yo de repente estoy con toda la gente, y me saco la foto con todos. Uno se debe a la gente. De repente vienen de tan lejos, que de Punta Arenas, Diego de Almagro, de Iquique, de Arica. Y solo quieren una foto. Es lo mínimo que uno puede hacer.
Yo también venía a ver a los jugadores cuando chico. Tengo fotos con Barticciotto, con Gustavo Benítez. Veníamos de paseo, un paseo al Monumental con el ‘Franja Juvenil’. Fue el 95, tenía 14 años, fue cuando llegó Benítez. Estaba Fernando Vergara también me acuerdo.
Hay muchos más ídolos que yo: Caszely, Chamaco, el mismo Manuel Colo-Colo Muñoz que dicen que era muy bueno.
Yo igual me doy cuenta al final que soy ídolo para algunos, me nombran, está el cariño y también por la entrega de uno en cada partido. Eso es lo importante para la gente. Por ahí uno puede jugar mal, pero correr uno no puede dejar de hacerlo”.
Tú representas a Colo-Colo
“Claro, la gente siente eso. De cómo llegué, lo que fui logrando, en los momentos más malos de Colo-Colo fui uno de los mejores. Me fui, volví y prometí la 30. Ahora los goles que he hecho, eso la gente lo ve de buena manera”.
Los hijos futbolistas
“¿Vicente futbolista? No sé. Tiene que pasar mucha agua bajo el puente todavía. Él es zurdo, dicen que juega bien pero falta mucho camino. Me gustaría verlo jugar, pero hay que ir paso a paso, tiene que crecer y tener su niñez. Cuando lo sacai a los 8, 9 o 10 años, no está con sus amigos, no disfrutan, después se le va formando un trauma. A los 15, 16 ya no quieren saber más del fútbol. Yo creo que le ha pasado a muchos muchachos de acá del club que tienen muchas condiciones.
Ojalá vea a Vicente jugar algún día. Y al Esteban también. Yo creo que al Esteban le gusta muchísimo más jugar, tiene muchas menos condiciones pero ha mejorado bastante acá en Colo-Colo, ha aprendido mucho”.
Paredes para rato
“Me queda un año en Colo-Colo pero todavía estoy vigente. Hice 29 goles en el año y quiero terminar acá, ser parte de la historia, seguir haciendo goles. Ojalá poder llegar a los 250, 260 goles.
Todo depende de acá, si acá no me quieren renovar tampoco puedo decir que no voy a jugar más. Estoy bien, estoy vigente… Si no se da seguir tendría que asumirlo nomás.
Si no tengo nada para afuera tendría que jugar en un club de Chile nomás”.
¿Jugarías en la U?
“No (rotundo, recontrarotundo). Ni por 50 millones. De verdad. Mis principios me dicen que no, mi corazón me dice que no. Siendo ídolo de acá, no podría. Y en Católica tampoco.
¿El Chago? Si no termino acá, tengo que buscar un club y el Chago sería una opción buena. Ahí me quieren también, fui parte de ese club.
¿Si me iría a la B? Siiiiiiipo. No tengo atados. A mí me gusta jugar, me gusta tratar de ayudar al equipo. Si está en la B y se da que llego, trataría de ayudar a subir al equipo para jugar en Primera.
Me gusta jugar. En la cancha me encierro en esos metros cuadrados y trato de dar lo mejor de mí, de ayudar al equipo, tratar de hacer goles. De repente de no escuchar otras cosas que te pueden sacar del partido. Como que me libero y juego nomás. Puedo tener miles de problemas afuera pero en la cancha se me olvida todo. Disfruto nomás”.
(*) Publicado originalmente en www.colocolo.cl