¿Era necesario que el diputado Guillermo Ceroni (PPD), el mismo que protagonizó el caso del chateo privado que divulgó una foto sacada en la Sala, reviviera el tema?
Ceroni, nuevamente cae en un error comunicacional y repone el tema sobre su sexualidad en un medio nacional, sin que sea el tema en cuestión, por eso es un error.
Ahora él está abriendo la puerta de su vida privada sin que nadie lo esté cuestionando o preguntando. El derecho a la vida privada que reclama el parlamentario, debe ser preservado en primer lugar por él y resguardarlo.
En esta línea cabe recordar el lamentable episodio del 10 de noviembre pasado cuando se reveló el contenido de un chateo que Ceroni mantenía con algunas personas. El error del parlamentario fue mantener ese tipo de conversaciones en un espacio semipúblico, sabiendo que son observados por la prensa y por cámaras que están atentas a lo que hacen los “honorables”.
Cabe la pregunta ¿Acaso el señor Ceroni no pudo esperar estar en su oficina privada del Congreso para chatear?
Ceroni dijo al diario de Copesa “La prensa no tiene derecho a inmiscuirse en la vida privada de una persona, a no ser que tenga que ver con delitos. Comparto que la prensa puede ser un gran aporte cuando hay comisiones de delitos o cuando hace las denuncias que contribuyen a combatir la corrupción. Yo estoy felizmente libre de cualquier cosa que la prensa pueda investigar, en mi vida privada nadie puede sacarme nada. Jamás he dañado a nadie ni he estado en el límite de cualquier cosa que sea inaceptable”.
El parlamentario explicó además que: “Creo firmemente en la libertad de prensa, porque es fundamental en una democracia, pero también rechazo y repudio absolutamente a la prensa amarilla, que en el fondo lo único que pretende es ganar dinero a través de publicaciones que no tienen ningún sentido para la opinión pública. En mi caso, se abusó de algo totalmente privado, era una conversación privada, lo hicieron público y eso generó un grave daño hacia mí, mi familia y a todo mi entorno”.
Luego continúa explicando que “los argumentos de que yo no debería haber estado chateando en la sala es de lo más infantil que he escuchado. Si hay alguien que quiere denunciar que un parlamentario no está cumpliendo su rol tiene los medios suficientes para hacerlo de otra forma, sin intervenir la privacidad. En este caso, la AgenciaUno podría haber sacado miles de fotos de mí chateando a través de otros ángulos que no habrían significado una invasión a la privacidad. Aquí nadie destaca quién es Guillermo Ceroni, qué papel ha cumplido en el Congreso, cuál es su trayectoria, cuál es su labor legislativa, aquí se ha destacado sólo el hecho de que estuve chateando en la sala”.
Hasta acá todo relativamente bien, pero era necesario esta “declaración de principios”:
“No me arrepiento de nada en mi vida privada. Opté por llevar la privacidad de estas relaciones porque consideré que era lo menos dañino para la gente, lo más adecuado dados los tiempos que viví cuando joven. Esa era la mejor opción para no afectar a mi entorno familiar, a mis hermanos, a mis sobrinos, a mi propia esposa, de manera de llevar una vida tranquila. En mi época no se podía llegar y decir ‘yo soy gay’. Estamos hablando de los años 60, era imposible. En lo personal, volvería a vivirlo como lo he hecho”.
Y el remate: “He aprendido que la condición de homosexual resulta muy difícil llevarla. Hoy puede ser que para un joven no sea tanto, pero resulta difícil de llevar, porque todos quisiéramos vivir en un entorno familiar, con hijos y en una vida familiar bonita. Eso es finalmente lo que realiza como persona al ser humano más plenamente. Pero uno no elige la condición de homosexual. No es que uno haya llegado a eso, que uno teniendo una condición heterosexual haya optado por lo otro. No”, explica Ceroni.
Si bien es cierto se valora la nueva confesión del diputado, es una tema superado y que no era necesario revivir, menos cuando nadie está cuestionándolo por su opción en ningún ámbito. ¿Por qué se sobreexpone?
En la entrevista dada a La Tercera, deja entrever que hubo una suerte de “operación” que buscó dañarlo, incluso acusa que el fotógrafo que le hizo las tomas lo siguió durante tres días: “Porque es muy curioso que un fotógrafo que pertenece a una agencia me haya seguido tres días para sacarme fotos a mí, alguien que no es mediático. Es curioso, aún más cuando estoy desarrollando una campaña para ser senador”.
Saque usted sus propias conclusiones.