La pareja de Arabia Saudí pasea mientras mira los escaparates de las tiendas. No despiertan curiosidad entre los otros peatones, que están acostumbrándose a estos turistas: Los visitantes de los Estados del Golfo Pérsico son una visita cada vez más asidua en el Bósforo. El turismo árabe está en auge en Estambul, Turquía.
Muchos de los visitantes se hospedan en la zona hotelera de Kocatepe, cerca de la plaza de Taksim, donde por todas partes se escucha el idioma árabe.
El egipcio Ahmad Hassan trabaja en la zona desde hace diez años como agente inmobiliario y lo hace sobre todo con clientes adinerados de países del Golfo.
«El 70 por ciento de mis propiedades se las vendo a los saudíes», señala Hassan, quien entre el mármol blanco y los espejos dorados de su oficina parece salido de un folleto.
En 2015 llegaron de los Estados ricos del Golfo a la metrópolis turca casi un millón de visitantes, según la Oficina de Cultura y Turismo de Estambul. Las cifras indican que el número de turistas de Arabia Saudí se ha triplicado desde 2010.
Todos los países del Golfo en su conjunto se ubican en el tercer lugar de visitantes en el país, detrás de Alemania e Irán. El turismo saudí es importante, sobre todo ahora que los turistas procedentes de Rusia amenazan con no viajar a Turquía tras el derribo de un avión ruso.
Pero no sólo el mercado inmobiliario Estambul atrae a los visitantes.
«Estamos en nuestra luna de miel», señala Badr al-Ghamdi, procente de Arabia Saudí. «Era un deseo de mi esposa. Visitamos los museos en Estambul», cuenta.
Usama al Makhadi y su familia de Omán se sienten atraídos por los numerosos centros comerciales y los lugares históricos de la antigua capital otomana. Otros están en Estambul por viaje de negocios.
Ahmad Hassan está convencido de que la ciudad le debe el aumento masivo de turistas a las revueltas en el mundo árabe. Antes, los turistas de los Estados del Golfo viajaban sobre todo a Egipto, Siria y Túnez, países que en este momento son demasiado peligrosos.
En la actualidad, los sunitas del Golfo también evitan la capital del Líbano, Beirut, en el pasado un destino popular, desde que la milicia chiita Hizbolá se ha fortalecido.
Si uno le cree al empleado de restaurante Serdar Yildirm, muchos árabes viajan a Estambul por razones muy diferentes: buscan tentaciones que no tienen en casa.
«Estambul tiene una sociedad más liberal que sus países de origen», dice Yildirm. «El alcohol no es un problema, y hay vida nocturna», agrega.
Al mismo tiempo, los huéspedes también pueden ir a la mezquita. Muchos musulmanes además son escépticos sobre si en Europa occidental pueden cumplir con los preceptos religiosos en cuanto a la alimentación.
El agente inmobiliario Hassan cuenta que los árabes del Golfo suelen ser víctimas de estafadores. Muchos clientes debieron pagar grandes sumas de dinero tan solo por una copa.
Parte de la culpa es de ellos, sostiene. «Cuando mis clientes caminan en su vestimenta tradicional y perfumados como si la ciudad les perteneciera, es como si pidieran a gritos: ¡Róbame! Ellos son los que causaron la mala reputación de los árabes entre los ciudadanos locales».
Pero para muchos, los turistas de los Estados del Golfo son bienvenidos, como en el caso de Nufal Alaghbaris, que trabaja en una agencia de viajes. Una familia saudí le genera el mismo ingreso que un grupo de 50 turistas europeos, dice sin rodeos.
El aumento de visitantes árabes es muy prometedor. Sin embargo, Hassan se mantiene cauto. «Con los recientes ataques y conflictos, Turquía pierde la estabilidad. Tal vez, mis clientes vuelvan a invertir y a vivir en Egipto. Es su propia cultura», señala.